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- Hey... - susurró él. Sus respiraciones jadeantes eran lo único que podía escucharse en ese momento. – antes... quiero saber por qué estabas tan cabreada conmigo.

Ella se quedó callada. Todavía conservaba la adrenalina del momento, pero aquella pregunta le había hecho revelar su timidez. Sin embargo, debía decírselo. Debía hacerlo ahora antes de que volviera a amanecer y todo se hiciera todavía confuso.

- ¿Me quieres? – le preguntó ella en susurros.

- No estaría aquí ahora sino...

- No, I.M, ¿me quieres de verdad?

Él tragó saliva. Detestaba ser un hombre de pasado carnal. Que solo se había basado en follar a tías que no volvía a ver en toda la semana y que no le reclamaban ni siquiera un detalle por la noche que habían pasado juntos. Quizá por eso, era un completo idiota con la mujer que de verdad le importaba.

- Sí. Te quiero. Te quiero de verdad.

Sus manos habían empezado a sudar y todavía no podía deducir por qué. Era la segunda mujer que de verdad le había importado alguna vez.

- Y... ¿Qué ha pasado con lo que sentías por Minah?

I.M se quedó callado. Tenía muy claro que lo que sentía por Hyeri era lo suficientemente fuerte. Pero... ¿Minah? Ella describía todo su pasado. Ella describía todo lo que había hecho por la primera mujer que había amado de verdad. Minah significaba eso y mucho más.

- Terminó. Es todo. – dijo mirándola a los ojos. – somos amigos y la única persona que me interesa ahora eres tú. – Hyeri guardó silencio, aunque todavía tenía algunas preguntas más por hacerle, sabía que él quería seguir hablando. Y quizá era momento de hacerlo. – Me interesas Lee Hyeri. Me interesas demasiado y eso me preocupa.

Hyeri tragó saliva...

-Sé mi novia. – le dijo él, alzando la mirada. – sé mi novia, lo necesito.

+++

Exactamente las nueve de la mañana y el sol estaba radiante. Afuera se escuchaba el claro ruido de las olas reventando y una música fuerte resonaba en todo el lugar. Era "Holy Grail" de Jay Z, uno de los cantantes favoritos de Wonho. Y este hacía ejercicio en medio de la brisa marina. Hyeri tenía un excelente gimnasio en las afueras de su residencia y aunque nunca le había dado un uso que valiera la pena, sabía que en algún momento aquellas máquinas le favorecerían. Y tenía mucha razón, pues dos hombres más además de Wonho, se encontraban ejercitándose en su pequeño gimnasio.

Hyeri pellizco a Minah.

- Auch. – se quejó ella, mirándola mal. Tenía a Eunbi en los brazos, que miraba por las mamparas como su padre se ejercitaba.

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