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Te he preguntado algo.- Volvió a gruñir Wonho. No apartaba la mirada ni un segundo de del ahora debilitado Daniel. Este lo miraba con una sonrisa, mostrando en sí un miedo acumulado de hace tanto tiempo que sabía disimular muy bien. Todavía tenia algunas marcas hechas por los puños de Wonho, que habían sido imposibles de quitar. Y otras marcas mucho más profundas en su dignidad. Las cuales dolían el triple. 

Minah caminó rápido hasta la ubicación de Wonho.  Esta vez su cuerpo sí empezó a arder, sulfurada. 

— Solo le proponía algo a Minah.— Daniel aclara la garganta— ¿es que acaso siguen juntos?

—No es tu maldito problema.— La voz de wonho volvio a reinar en todo el pasillo. Sus ojos chispeaban de ira, al igual que cada parte de su cuerpo que deliraba por golpearlo. 

—Vale, lo sé... solo me sorprende un poco— Daniel miró a Minah esta vez— y parece que las cosas no han cambiado.

—Daniel, basta. —Exclamo Minah molesta con el ceño fruncido.

—No, no ha cambiado. Sigo golpeando bastante bien — fue Wonho quien en esta ocasión sonrio campante, como si empezara a relajarse al notar las tensas facciones de Daniel— Te lo demostraría ahora, pero no quiero verte llorar como un jodido imbécil frente a todo el mundo. 

Daniel tragó saliva, al mismo tiempo que cerraba sus ojos una milésima de segundos... ese tipo seguía siendo el mismo. Tenía recuerdos de él. De sus golpes. De lo que Minah le había  contado en algún momento al respecto. Sabía un poco y casi nada de él. Pero ahora solo le convenía entender que no debía meterse con Minah, pasara lo que pasara. Ya tendría luego una oportunidad para vengarse de Hoseok.

—Escucha Lee, haré todo lo posible para cambiar esto. No te prometo nada —La miró a ella por última vez. Agradeciendo infinitamente que pudiera controlar a Wonho— que tengas unas excelentes vacaciones. 

Sin decir nada más, paso a mirar a Wonho. Y este lo miró a él. Y fueron segundos llenos de promesas y deudas. Fue entonces que Daniel desapareció después de un minuto. Y el ambiente en el pasillo dejo la tensión y volvieron a escucharse los teclados y algunas conversaciones en murmullos. 

Minah no dijo ninguna palabra. Entró a su oficina, sin cerrar la puerta y se sentó en el borde de su escritorio. Wonho siguió sus pasos, todavía bastante cabreado y asimilando lo que acababa de pasar y a quien acababa de ver después de más de tres años. Cerró la puerta de la oficina y mientras pensaba... sus ojos se encontraron con una Minah cruzada de brazos.

—¿Que hace este tipo aqui? —preguntó él— ¿Desde cuando es tu jodido jefe y por qué no me lo habias dicho?

—¡Shh! No grites —le reprendió Minah— Wonho ni siquiera habia notado que el tono de su voz empezaba a asemejarse al de un grito— medio edificio ha visto todo el escandalo de allá afuera.

—Escucha, estoy molesto. ¿De acuerdo? Lo ultimo que me importa es saber que todo el personal ha escuchado lo que le he dicho a ese imbécil.

—Pues a mí si, trabajo aqui. ¿Lo olvidas? No puede ser que estuvieras a punto de...

—Te lo voy a preguntar por ultima vez, ¿Desde cuando es tu jefe? —Wonho endureció los pomulos. Su tono de voz se habia elevado una vez más intencionalmente.

—No voy a hablarte hasta que dejes de gritar.

— ¡No estoy gritando!

Minah dejo escapar un suspiro, irritada. Y él soltó aire por la boca, dando vueltas por toda la pequeña oficina. Cuando pudo por fin retomar el control, se paró justo en frente del escritorio, donde Minah estaba sentada.

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