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I.M no había regresado en toda la noche. Ni una sola aparición de llamadas o mensajes en el celular de Wonho. ¿A dónde había ido? Todo tomaba sentido, no había dejado rastro de su ropa en el departamento, pero... ¿por qué se habría ido sin antes despedirse?

- ¿Por qué hoy? – preguntó Wonho. Se acomodó la camisa de cuello inglés. Traía unos pantalones negros, un chaleco del mismo color que había dejado sin cerrar y unos zapatos negros a conjunto.

- Dicen hoy habrá mucha más gente que en los fines de semana. ¿Te lo imaginas? Va a estar abarrotado. – James puso los ojos en blanco, suspirando con felicidad.

Desde que Wonho había llegado a Jazz Zone -su club de Jazz- a cantar solo los fines de semana por la noche, la audiencia había subido como la espuma. Muchas mujeres llegaban solamente por él y consumían hasta que Wonho terminara su presentación. Era muy favorable.

- Te pagaré más, si es que lo necesitas. – James alzó las cejas, derrotado.

- Nada es gratis en la vida. – Wonho enarcó una ceja, afirmándole con una sonrisa.

Kihyun tenía razón, hoy... la gente visita Jazz Zone como en ninguna otra noche. Se preguntaba por qué. Siempre solían llenar el local, pero hoy parecía haber pasado el límite de aforo. Era muy impresionante.
Wonho tomó de su Vodka rebajado con jugos de fruta. Miró hacia el público, totalmente embelesado por la presentación de Minhyuk, uno de los chicos nuevos, que tocaba una pieza desconocida en el piano. Parecían realmente disfrutar del show. Asintió con satisfacción. Jamás... jamás se imaginó en un club de Jazz, cantando y tocando para ese número de gente. Era tan... ¿nuevo? No sabía cómo interpretarlo, pero había adquirido la habilidad gracias a que Minah lo había animado a postular a Jazz Zone cuando necesitaban un cantante.

Alguien lo llamó por atrás.

- ¡Hola!

Oh. Era HyoSung. Lucía tan bien. En la oficina, casi siempre parecía tan decaída y cansada. Siempre iba desarreglada y luciendo lo mismo cada día. Quizá se debía al maldito trabajo. Pero ahora mismo, parecía otra, muy sexy. Traía un vestido rojo pegado al cuerpo con un escote que dejaba observar como el talismán de su collar se perdía entre sus senos. Unos tacones negros y había liberado su negro cabello. Wow.

Wonho pestañeó dos veces.

- ¿HyoSung? – le preguntó divertido y casi sin creérselo.

Ella puso los ojos en blanco y acercó su cuello para darle un beso en la mejilla. Wonho se lo devolvió.

- Me contaron que cantas aquí, ¿por qué nunca me lo habías dicho? – le dijo con una gran sonrisa. Era realmente preciosa.

- Bueno, no hay mucho que contar. – Wonho alzó los hombros, con humildad.

- Pero te va bien ¿no? eres conocido. – HyoSung le codeó con diversión. – conozco a algunas chicas que están esta noche por ti. Mejor dicho, están locas por ti.

La idea hizo sonreír a Wonho por dentro y por fuera.

- Oh... lo siento. – el rostro de HyoSung cambió de aspecto de un momento a otro. – está...Mnh... ¿tu novia aquí? – frunció los labios y alzó las cejas en modo de disculpa.

- Wonho, te necesitamos arriba. – le llamó Kihyun desde la barra de atrás. Este se volteó, asintiendo con educación.

- Tengo que irme, coge el mejor lugar. – le dijo a HyoSung con una preciosa sonrisa en los labios. Una, que no hizo más que deshacer el vientre de ella en puro deseo. ¡Joder! ¡Estaba ahí por él! ¿Qué no lo notaba? Se había hecho un cambio total y desenfrenado por él, pero aun así, él parecía perdido en otro mundo.
La música se detuvo y podían escucharse a varias mujeres y hombres murmullando ansiosos por la ya mencionada presentación de Wonho. Una mujer soltó un aullido cuando vio a Wonho acomodar el micrófono frente a él. Este sonrió. No sabía de qué otra manera agradecer su acto desenfrenado. Y la canción empezó. Un maravilloso cover de "Tainted Love" de Karen Souza. Y él se perdió en medio de la canción. Desenredándose tan bien como siempre solía hacerlo. La gente alrededor quedó sorprendida ante su desenvolvimiento. Vaya, sí... mucha razón tenían, mojaba bragas con cada mirada que transmitía mientras cantaba. Era tan guapo. Tan deseable. Y su voz, ronca, dura y a veces fina y sensual, hacía estremecer a cada hormona femenina estable.
La canción terminó y las últimas notas del piano se vieron acompañadas con el sonido de los aplausos. Joder, maravilloso.

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