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Minah soltó una risita.

- Ven... - le llamó ahora, acariciándole la espalda. Él accedió, acercándose suavemente, mientras su mirada iba volviendo cada vez más oscura e iba perdiéndose en el eco de sus palabras. – bésame, mi amor.

Tragó saliva y miró su rostro de arriba hacia abajo antes de poder besarla. Sus ojos cambiaron de matiz y todos sus músculos se tensaron al poder tocar sus labios con los suyos. Los abrió con cuidado, dejando pasar su lengua con delicadeza dentro de la boca de Minah. Esta le correspondió, mientras sus dedos se pasaban deleitándose sobre la espalda ancha y gruesa de Wonho. Lo apretó contra ella, moviendo su boca al mismo ritmo que él. Apretando. Chupando. Acariciando. Mordiendo. Esto era tan malditamente bueno...

De pronto Minah se detuvo, abriendo los ojos y separándose de la boca de Wonho.

- ¿Qué sucede? - preguntó él, un tanto preocupado.

Ella se quedó todavía callada, bastante expectante. En ese momento, el llanto de una niña se escuchó desde la habitación siguiente.

Como dije, siempre tenía los cinco sentidos puestos en su hija.

- Es Eunbi. – le dijo y de inmediato se escabulló para poder ponerse de pie. Corrió hasta el otro extremo de la cama para llegar a la mesita de noche y coger la camiseta ancha que Wonho se había quitado hace unos minutos. Levantó ambos brazos y meneó el cuerpo para que la tela se acoplara a su anatomía, aunque verdaderamente le quedaba bastante ancha. Y de pronto ya no estaba. Había desaparecido de la habitación en menos de un minuto.

Y él se quedó estirado sobre la cama.

Minah nunca dejaría de sorprenderle. Pero... joder... tenía que ser sincero. Estaba bastante excitado. Con muchísimas ganas de estar con ella. De abrazarla. De tocarla. De juguetear un buen rato. De hablarle. Ahora mismo tenía una erección considerable en sus pantalones que no sabía cómo desaparecer. Bajó la mirada y observó el bulto. Mierda... tenía que acostumbrarse a esto, se repitió una vez más. Podía lograrlo. Es que jamás se vio metido en este tipo de situaciones, en donde el llanto de un bebe diera por terminada su momento junto a su chica.

Se pasó las manos por la cara y soltó aire a medida que iba apaciguándose. Seguramente Eun se dormiría de nuevo y ellos podrían volver a intentarlo...

Segundos después, escuchó a Minah caminar en dirección a su habitación. Pero no la vio aparecer sola. Traía en brazos a Eunbi, que tenía los ojos pequeños de haber llorado con ganas hace minutos y también por recibir la luz después de dormir en oscuridad. Su cabello estaba alborotado y en la mano derecha traía una manta rosada. Miró a Wonho de inmediato, y él la miró a ella.

- Tiene miedo. - Minah hizo puchero y Eun se escabulló en su cuello, abrazándole. – ha estado viendo esas caricaturas de monstruos o cosas así.
Wonho tragó saliva.

- Que duerma con nosotros. – dijo sin pensárselo.
O tal vez sí lo había pensado... estaba eligiendo a su... a su hija en vez de poder pasar un buen momento con Minah.

- ¿En serio? – los ojos de esta brillaron.

- Sí. – volvió a afirmar. Quitó las sábanas que cubrían su lado. Minah dio varios hacia él, acercándosele. – ven aquí. – le dijo estirando los brazos y recibiendo a Eunbi que de inmediato intercedió a estar junto a él. Wonho la acomodó a su lado, subiendo las sábanas hacia ambos y tapándola hasta el cuello y él hasta su estómago. Y ella se movió para estar pegada a él. Dentro de su razonamiento no podía caber la idea de que con Wonho se sentía tan segura. Desde que lo conocía, le fascinaba que la mantuviera en brazos, cargándola o haciéndola jugar, volar, reírse. Quizá todavía no podía entender por qué sentía esa química tan tierna. Quizá todavía no podía asimilar que era gracias a que se trataba de su padre. Pero para ser honestos, ambos solo necesitaban tiempo para reconocerse.

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