Capítulo XXVI

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[決定]
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—AIZAWA, ¿QUÉ OPINAS SOBRE EL AMOR PROHIBIDO?— Preguntó la albina con aire distraído mirándolo de reojo, viendo cómo reaccionaba con sorpresa ante la pregunta y como apartaba la mirada para pensar bien en la respuesta. El mayor intentó sin éxito no sacar conclusiones precipitadas sobre el rumbo de aquella conversación. —¿A qué viene esa pregunta?—

Akane se peinó el cabello con los dedos y se lo colocó detrás de la oreja, alineó los bolis y libretas que tenía encima de la mesa con nerviosismo, centró toda su atención en el pequeño libro que había en sus manos, y lo alzó para que el azabache pudiera leer el título. Romeo y Julieta. —Mic ha escogido este libro de lectura para las clases de inglés.—

—No me extraña, con lo dramático que es no podía haber escogido nada que no fuera de Shakespeare.— No pudo evitar suspirar aliviado, solo era un libro, Akane no le estaba insinuando nada, para ella él solo era un amigo. Aizawa era consciente de que la cercanía que tenía con la albina no la había tenido nunca con nadie más, y últimamente esa cercanía, tal como había señalado Midnight, se había convertido en una proximidad que hacía que la albina pudiera haber desarrollado sentimientos hacia él.

En un principio no le había tomado importancia a ese comentario, al igual que tampoco tenía en cuenta los comentarios insinuantes de Rush, pero por la noche, en la tranquilidad de la penumbra, su mente no había podido evitar perderse en aquella cuestión.

Él y Akane no eran nada, solo dos amigos, solo un profesor y su alumna, nada más. Tenía diecisiete años, ¡Diecisiete! Apenas era una niña. Había sufrido más que cualquier otra persona que conocía y el hecho de mantener una relación con su profesor solo le traería problemas. No podía estar con ella. No, no es solo que no pudiera, es que no quería.

No quería una relación, ni siquiera se había planteado que Akane le pudiera ver como algo más que un amigo hasta ahora. No quería pensar en ello, pero la posibilidad de que aquello ocurriese se le había metido en la cabeza hasta el punto de hacerle pasar una mala noche.

—¿Y bien? ¿Qué piensas sobre el amor prohibido?—Repitió la pregunta al ver que Aizawa se había quedado absorto en sus pensamientos, sin saber siquiera porqué el hecho de preguntar aquello la ponía nerviosa, como si estuviera haciendo algo indecente, estaba ansiosa por oir su respuesta. El mayor dejó de estar tumbado en su sofá para sentarse con las piernas cruzadas, hizo crujir su cuello y soltó un gruñido adormilado. —Bueno, teniendo en cuenta que el romance de Romeo y Julieta duró tres días y dejó siete muertos, no creo que sea muy recomendable.—

—Acabas de matar al romanticismo.— Dijo entre risas, Aizawa tenía toda la razón, aquella obra de Shakespeare no era una de las mayores muestras de amor eterno, más bien de un amor efímero y temerario. Dejó el libro sobre la mesa y fue ojeando sus páginas, mirando todos aquellos diálogos incomprensibles de los que solo llegaba a comprender una o dos palabras, el inglés nunca se le había dado bien.—¿Y en general? Sin todo el drama de Romeo y Julieta.—

—¿A qué te refieres?— Preguntó el azabache haciéndose el tonto, procurando mirar a cualquier otro sitio que no fuera a Akane, al tatami, a las cortinas, a la mesita de café, al hueco en el que en otras casas habría una televisión... Ella se dedicó a repetir un sistemático movimiento que le relajaba mucho, apretaba el mecanismo del portaminas para hacer salir la mina y luego apretaba ligeramente con el pulgar en esta para volverla a meter, así una y otra vez hasta que se le partió el grafito. —Pues... Quiero decir, ¿Qué piensas en sí del amor prohibido?—

—Pienso que trae más problemas que alegrías.—Esta vez sí que la miró, con una intensidad y una seriedad que sorprendió a Akane a quien se le cayó el portaminas de las manos. Al darse cuenta de agachó a recogerlo junto con los pedazos de mina que se habían partido en trocitos muy pequeños por el golpe. Si Aizawa se dió cuenta de que ella se había agachado no mostró signos de ello, siguió mirando al mismo punto del espacio en el que antes estaba Akane y habló con voz cansada y ronca. —Si está prohibido es por algo, hay razones, normas de la sociedad que marcan que ese tipo de amor no puede ocurrir por algo.—

—¿En serio piensas así? Es una visión muy frívola.— Dijo muy bajito, casi en un susurro, como si temiera que su opinión ofendiera a Aizawa. Conocía a muchos villanos que se habían enamorado de policías, de médicos o incluso de héroes a pesar de que su amor no fuera correcto ni beneficioso para ambos. Pero hay amores que no están hechos para ser todo risas y diversión, hay amores que te dejan despierta a las tres de la mañana llorando, hay amores que matan más que sanan. —No es su culpa, no puedes escoger de quién te enamoras.—

Sus ojos conectaron durante un segundo, sangre chocando contra carbón, ambos en silencio, esperando que el otro hiciera algún movimiento o formularse alguna palabra, pero nada de eso ocurrió. Así que se quedaron ahí quietos, estáticos, mirándose como queriendo detener el tiempo en ese instante. Él sentado en el sofá y ella a más de tres metros de distancia en la mesa del comedor. Sonó un teléfono y Aizawa lo descolgó sin siquiera mirar el número con tal de librarse de aquella situación incómodo. —¡Hola Aizawa! Quería preguntarte si...—

No escuchaba ni una sola de las palabras que Mic le gritaba por el móvil, no podía, era incapaz de hacer que su mente dejase de pensar en ello: en todas las conversaciones que había tenido con Akane, en todos los abrazos y las discusiones, incluso en las noches en las que habían dormido juntos. Dios, ahora todos los recuerdos junto a ella parecía inapropiados. Y todo por culpa de unos estúpidos sentimientos.

Aún tiempo después de acabar aquella conversación con Mic en la que no había formulado ni palabra, él siguió en las nubes, pensando en maneras de evitarle problemas a Akane, y de paso, evitarse problemas a sí mismo. Si alguien descubría que a la albina le gustaba Aizawa, empezarían los rumores, de los rumores pasarían a los insultos hacia Akane y a un despido para Aizawa junto con una revocación de su licencia de héroe. No valía la pena ni siquiera mencionarle a Akane que él era consciente de sus sentimientos, ¿Para qué? Eso solo les llevaría a una discusión incómoda que acabaría en el mismo punto en el que se encontraba él ahora. —He pensado en que deberías dejar de vivir conmigo.—

Akane se atragantó con la comida pre-calentada, tosió varias veces con fuerza y bebió un poco de agua para después mirar al mayor como si acabase de decir la mayor barbaridad del mundo, había notado cómo llevaba ya un rato comportándose de manera inusual, pensativo y preocupado, pero nunca se habría imaginado que fuese a proponerle tal estupidez. —¿A qué viene eso ahora?—

—La Yūei instaló dormitorios para que los alumnos duerman allí, como alumna tú deberías hacer lo mismo.— Habló con un tono de voz monótono, como si fuera otra persona la que hablase através de su cuerpo, no quería echar a Akane, quería que se quedase a su lado, quería pasar los días con ella y hacer bromas con ella, la quería, pero solo como a una amiga. Y allí era donde estaba el problema. Akane frunció el ceño molesta, en general la albina era bastante permisiva, no se enfadaba casi nunca y muy pocas veces podías verla verdaderamente iracunda con alguien, pero Aizawa parecía estar tentando a la suerte. —En el edificio de los de tercero no hay habitaciones libres así que tendrás que dormir con los de primero.—

—Aizawa, contesta a mi pregunta. ¿Qué he hecho para que quieras volver a echarme de tu casa?— Recalcó la palabra volver para recordarle que no era la primera vez que la echaba. Él era incapaz de olvidar todos los errores que había cometido anteriormente con Akane y por eso mismo hacía esto, necesitaba que Akane se fuera con gente de su edad, que le gustase un chico de su edad y que a él solo le viese como a un amigo o como a una figura paterna cómo sería propio de dos personas con una diferencia de edad tan clara. —No se trata de eso...—

—¿No? Pues dime.— Utilizaba un tono de voz instigador y cada vez alzaba más el volumen, si había hecho algo malo quería saberlo, si había cometido algún error por lo que a él ya no le importase necesitaba saberlo. La habían abandonado suficientes personas como para no aceptar una respuesta simple, pero Aizawa lo último que quería era alargar aquella conversación. —No voy a hablar más de este tema, mañana las tiendas están cerradas así que el lunes después de clases irás con Midnight a comprar muebles.—

—Creo que es mejor que te alejes de mí.— So voz sonó ronca y en apenas un susurro pero Akane la escuchó como si le hubiera gritado las palabras, su garganta se cerró en un nudo, sus brazos se tensaron y sus ojos se aguaron. No se atrevió a mirarle, solamente murmuró en un grito de dolor.—Como quieras.—

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I know, I know, ya se que me vais a decir que esto es como retroceder diez capítulos a la última vez que se pelearon, pero no es así. Me habéis pedido que introduzca a más personas, sobretodo a los de la clase de primero A, y la mejor manera de hacer eso es que ella tenga que vivir con ellos, no me culpéis, esto es justo lo que habéis pedido.😈😈

𝐇𝐄𝐑𝐎; aizawa shoutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora