Capítulo XLIII

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[十分]
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ERA COMO TENER A UN MONSTRUO BAJO LA CAMA, susurrando, arañando tu espalda al dormir y envenenando cada uno de tus pensamientos hasta dejar solamente pesadillas. La única diferencia era que en su caso el monstruo estaba metido en lo más profundo de su mente. Le oía susurrar con su voz, le oía gritar lo zorra que era Akane, le oía odiar cada pequeño fragmento de la chica que tenía encogida y herida a sus pies. Y él también la odiaba, quería odiarla, necesitaba odiarla, sinó todo aquello carecería de sentido.

Quería pensar en cómo hacerle aún más daño, sabía que solo necesitaba esperar a que llegase Aizawa para hacerla sufrir de verdad. En lo que no quería pensar era en como Akane le había mirado cuando creía que era Aizawa, no quería pensar en cómo le había cogido de la mano (no recordaba cuál había sido la última vez que alguien había mostrado afecto hacia él), no quería pensar en lo mucho que Akane se parecía a su padre, ni tampoco quería pensar en cómo le había devuelto las llaves caídas con una sonrisa hacía tres semanas, las llaves de la misma habitación en la que ahora se encontraba encerrada. Qué ironía más trágica.

Miró el cartel luminoso de la entrada del Motel, las letras neon en cursiva iluminaban todo a su alrededor. Last Paradise, el último paraíso. Había algo poético en toda aquella situación, quizás porque ya no había paraíso al que poder huir o quizás porque aquel era el lugar al que había huido después de cometer su primer asesinato. Es curioso como pasa el tiempo. Estaba en la misma habitación, todo estaba exactamente igual, era algo cíclico, acabar donde el principio. Takeshi miró como Akane se despertaba lentamente.-Buenas noches putilla.-

Su mente seguía nublada, cubierta por un velo que le impedía observar a su alrededor, las caras eran borrones, los muebles y las paredes eran meras figuras abstractas que carecían de sentido, incluso las voces sonaban distorsionadas, más graves, menos humanas. Él se acercó a ella y la desató de la silla en la que estaba atada, había pasado media hora desde que había dejado la nota en casa de Aizawa, no tardaría el llegar. Ató sus brazos a la espalda, ató también sus pies y pasó la cuerda al rededor de su cuello tal como había visto una vez en una película. Estaba atada de una manera extraña y se apoyaba al suelo con poco equilibrio, no podía mover los brazos y la cuerda que pasaba por su cuello estaba atada a sus pies de tal forma que si movía estos hacia atrás se ahogaría. Estaba atrapada en una trapa que la mataría si no iba con cuidado. Doom sonrió orgulloso.

Akane despertó por completo en alerta por culpa de la falta de aire, había dejado sus piernas sueltas, miró aterrada a su alrededor y dobló aún más las rodillas para que así pudiera pasar el aire por su cuello, estaba aterrada. El miedo recorría su cuerpo con cada palpitación de su corazón, intentaba mantener el equilibrio sobre sus rodillas pero era muy difícil, sabía que llegaría un punto en el que no podría aguantar más y se ahorcaría a sí misma. Eso si Doom no la mataba antes. No tenía ninguna venda en la boca por lo que podía hablar o gritar con libertad, no creyó que gritar fuese una buena idea.-No te preocupes zorrita, él no tardará en llegar.-

-¿Él?-La sonrisa cruel de Doom fue la única respuesta que necesitó para saber quién era ese "él", iba a matar a Aizawa. Todo aquello no consistía simplemente en matarla, consistía en una tortura lenta y dolorosa, consistía en romper su espíritu hasta que solo quedasen añicos de tal manera que la muerte sería casi un acto de piedad. Akane forcejeó pero solo consiguió que la cuerda apretarse más contra su cuello. Takeshi observó, asomado tras la cortina, como una de las letras de neon se apagaba durante unos instantes haciendo que el nombre pasase a ser Last Pradise. La letra se volvió a encender unos instantes y luego se apagó para siempre.

La albina estaba sudando, no podía pensar con claridad y sentía la lengua pastosa por culpa de la droga, la cuerda no era más que un presagio de su muerte pero ella no quería morir, no iba a morir tan fácilmente. Solo podía hacer una cosa, algo tan doloroso que no quería siquiera pensar en hacerlo y algo tan peligroso que podía llegar a matarla. Doom estaba de espaldas. La había atado así de tal manera que era incapaz de moverse ni tampoco podía hacerse ninguna herida para activar su Kosei. Pero Doom no era tan listo como se creía. Akane cerró los ojos con fuerza, abrió la boca y la cerró lo más fuerte que pudo teniendo su lengua entre los dientes, cortándola. El dolor nubló su mente y dejó las rodillas sueltas como auto reflejo. La cuerda apretaba su cuello y la sangre bajaba por su garganta, a este paso se acabaría ahogando. Tenía el trozo que había cortado de su lengua en la boca. Lo escupió, tosió y se inclinó hacia abajo dejando la sangre caer sin control.

𝐇𝐄𝐑𝐎; aizawa shoutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora