Capítulo XX

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[夜明け]
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"ES MEJOR AMAR Y VER ESE AMOR ARDER EN LLAMAS, que no haber amado nunca", Akane recordaba esa frase de alguna película o de algún libro pero no recordaba exactamente de cual, cuando ella apenas era una niña, sin pena ni dolor, le pareció que aquella era la frase más bonita que había oído nunca, el dolor de amar, la reflexión del sacrificio le pareció tan poéticamente hermosa. Pero Akane ya no era una niña inocente, ahora sabía lo que era amar, a su familia, a sus amigos, y ver cómo eran destruidos frente a sus ojos, si Akane hubiera podido escoger no amarlos no habría dudado ni un segundo, no soportaba sufrir. La albina, despierta con los primeros rayos del sol y acurrucada en los brazos de Aizawa se encontró a sí misma pensando en aquella simple frase y en cómo esta se aplicaba a su vida.

En su caso ya había amado y había perdido algo muy preciado, pero ahora, ¿Qué debía haber? Miró a Aizawa, una parte de ella quería quedarse abrazada a él todo el día, quería formar parte de su vida y de la de todos sus otros amigos, quería no ser solamente la chica a la que cuidan porque no tienen otra opción, quería ser alguien importante en su día a día. Pero si ella se integraba en sus vidas, ellos también se integrarían en la de ella, se volverían personas importantes, y eso querría decir que si alguna de ellas moría, Akane volvería a sufrir y no estaba segura de poder soportarlo otra vez. Así que otra parte de ella le decía que se alejase, que no les dejase entrar en su corazón y que renunciase a todo con tal de no sufrir. Levantó la vista y miró a Aizawa, plácidamente dormido y con los cabellos cubriéndole la cara, con cuidado Akane fue apartándolos dejándole una perfecta vista de su rostro relajado, sin ni siquiera tener que pensarlo Akane ya había decidido.

Sería capaz de soportar una eternidad de sufrimiento si así pudiera pasar un segundo más en los brazos de Aizawa, así que, si alguien le preguntaste si habría valido la pena dejar su corazón expuesto a más golpes y heridas, ella diría que sí sin atisbo de duda.

Tenía claro que aún le quedaba un largo camino por delante, debía aclarar las cosas con Aizawa, ayudar a atrapar a Doom, apoyar a Rush, y sobretodo, necesitaba encontrar una manera de seguir adelante. Se preguntó cómo habría sido su vida si su padre no hubiera muerto, si su madre no la hubiera odiado o si simplemente Mic no la hubiera encontrado cuando estaba tan malherida, probablemente su vida habría sido completamente, Mic y Toshinori no serían amigos suyos y Aizawa sería un completo desconocido para ella. Apresar de todo, estaba feliz por haber llegado a conocerlos a todos. Y con ese último pensamiento se volvió a dormir.

Volvió a despertarse cuando el sol ya estaba en lo alto, cuando los cantos de los pájaros se oían junto con las risas de aquellos niños que había salido a saltar en los charcos que había dejado la tormenta. Él ya se había levantado hace rato y Akane decidió hacer lo mismo por no querer estar sola en la cama.

Caminando descalza por la casa se cruzó con el pequeño gato atigrado que le maulló como saludo y le dió unos golpecitos en la pierna con aire juguetón, ella sonrió y se agachó a la altura del felino.—Hola pequeño, nos volvemos a ver.—

El gato maulló en respuesta y ella lo cargó en brazos, pasó por los pasillos en busca de Aizawa. Al mayor lo encontró en la cocina preparando un café mientras bostezaba, tenía el cabello revuelto y solo llevaba puesto el pantalón por lo que Akane pudo ver su torso desnudo, Aizawa era un hombre atlético, pero no de una manera exagerada como All Might, él tenía una buena musculatura y una cuantas cicatrices que surcaban sus abdominales. Akane se sintió incómoda ante la vista.—Buenos días.—

Aizawa la miró desorientado, aún estaba medio dormido por lo que no había notado la presencia de la chica. Akane también tenía el cabello revuelto, pero ella iba vestida con la camiseta que él le había dado la noche anterior, esta le quedaba grande pero aun así tenía las piernas al descubierto. A Aizawa también le incomodaba ver a la joven así, se rascó la nuca y señaló la cafetera preguntando con ese gesto si ella quería un café.—Sí, por favor. Con una cucharada de azúcar.—

𝐇𝐄𝐑𝐎; aizawa shoutaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora