4 "Editado"

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Alberto

Miro el armario grande de mi habitación sin saber muy bien por donde empezar. Giro mi rostro a la maleta completamente abierta de par en par y vacía encima de mi cama, y después vuelvo a mirar el armario abierto, que me devuelve una visión de varias camisas colgadas, chaquetas, pantalones y trajes que he ido acumulando a lo largo de estos tres años y que otros ya tenía cuando llegué. Abro uno de los cajones, y más camisetas y jerséis me saludan para ponerme las cosas aún más difíciles. Voy a tener que comprar otra maleta si quiero llevarme toda mi ropa.

El sonido de unos tacones hacen que me gire hacia la puerta, y veo a Verónica como se acerca a mí con una sonrisa triste adornada con unos labios pintados de rojo. Siempre va maquillada, siempre va arreglada. Es una compañera de la academia en la que he trabajado los últimos tres años, y aún después de dar una clase, ella iba perfecta. Sin un mechón de pelo salido de sus coletas o sus moños, sin el maquillaje corrido por el esfuerzo, y siempre con la ropa perfecta y conjuntada para cada día. Puedo decir que nunca la he visto al natural, pero sería un completo mentiroso, porque cuando nos acostamos, suele despeinarse bastante. Y aun que normalmente no me guste que una mujer después se tenga que levantar para retocarse, en esos momentos lo agradezco. Esas carantoñas que hay después del sexo, me han dejado de importar bastante desde hace tiempo.

—Que pena que te hayan vuelto a cambiar de academia. —me dice mientras me rodea con sus brazos mi estomago y apoya su mejilla en mi espalda. Yo no me muevo, no me giro. Me quedo en la misma posición que estaba.

—Sí. —una de sus pequeñas manos se cuela en uno de los huecos que quedan entre botón y botón de mi camisa, y noto sus dedos un poco fríos en la piel de mi estomago.

—Bueno, así podré ir a verte y que me enseñes Madrid. —y con una poca de fuerza saca mi camisa de la cinturilla de los pantalones. Me quedan claras sus intenciones en ese momento y me giro para quedar de frente y así conseguir que saque su mano de debajo de mi camisa.

—Claro. —miento con una sonrisa de medio lado. Verónica sube sus manos hasta el primer botón de mi camisa verde y empieza a desabrocharla siguiendo un camino descendente. Observo como lo hace y veo el deseo en sus ojos desde arriba cada vez que me mira. En cuanto termina de desabrocharlos todos, da un pequeño beso en el centro de mi pecho para después mirarme mordiéndose ese labio inferior lleno de carmesí.— Si te follo ahora puede ser que te destroce el peinado y el maquillaje. —le digo mientras coloco una mano en su muslo y voy subiendo su vestido entallado dejando su piel al aire. Y ojo, no he dicho hacer el amor porque ya no creo en él desde hace tres años. 

—Puedo volver a arreglarme. —me dice quitándome la camisa por los hombros dejándome desnudo de la cintura para arriba.

—Pues entonces no te besaré y eso que te ahorras.

—Que romántico. —me dice bajando su mano por mi pecho, mi abdomen y mi estomago desnudos, y posándola en mi entrepierna por encima del pantalón que empieza a despertarse. En esas dos palabras he podido notar el sarcasmo con el que lo ha dicho. Desde hace tiempo que sé que la situación en la que estamos no le gusta y que se está cansando de solo utilizarnos para una cosa, pero ahora mismo me repatea lo que ella piense. Se lo dejé claro desde un principio y es lo único que me importa. 

-Ya sabes que esto es un trámite entre tu y yo.- le recuerdo subiéndole del todo el vestido para enrollárselo totalmente en la cintura dejando su ropa interior a la vista. Esas braguitas pequeñas que hacen juego con el pintalabios que lleva. 

-Lo sé. Sexo y diversión.- me dice haciendo una pequeña presión en mis pantalones consiguiendo que una corriente eléctrica viaje desde allí por toda mi columna vertebral.

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora