Emma
Miro hacia el frente mientras Bruno y yo atravesamos las calles de Madrid para volver a casa de mi hermano. Llevo a mi sobrina cogida de una mano mientras con la otra se llena la cara de helado dándole igual lo mucho que se pueda manchar, y a mí también, que ahora mismo mi mente se ha quedado en el parque junto con Alberto. Joder ¿por qué ha vuelto?. Guardo silencio porque no sé que decir, y no creo que pueda salir algo de mi boca porque haberme vuelto a encontrar con Alberto acaba de tambalear todos los pilares que me había creado en mi nueva vida y en la que creía que no lo volvería a ver.
Un sol de justicia de finales de junio nos abrasa las pieles mientras avanzamos por la acera y nos mezclamos con todas las personas que van y vienen por las anchas calles un sábado por la tarde. Veo la gente pasar, cruzarse, entrar en tiendas y bares, pero aún así, lo que realmente ocupa mi mente es la imagen de Alberto y lo guapo que está. Sigue teniendo un cuerpo atlético por todas las horas que le dedica al baile, pero aunque no haya cambiado mucho, en mis recuerdos no era tan impresionante.
Sé que esto está mal, que no debería pensar así de mi ex al lado de mi nuevo novio, pero no puedo evitarlo. Mi mente ha cogido vida propia para martirizarme con su imagen una y otra vez y recordarme ,que por no haber hecho las cosas bien en su día, vea todo lo que me he perdido.
—¿Seguro que no quieres helado? —vuelvo a la realidad y giro mi rostro hacia Bruno que se está comiendo la tarrina de helado con una pequeña cuchara de plástico de color rosa. Me mira con una ceja levantada, seguro que sabiendo que me ha afectado ver a Alberto después de tanto tiempo, y eso no le debe gustar. Intentando disimular le dedico una de mis mejores sonrisas y niego con la cabeza.
—No gracias. Me comeré lo que le sobre a Lucia. —le digo mientras miro a mi sobrina, y la veo con una mejilla y parte de la barbilla llenas de helado de chocolate. Me paro en mitad de la acera, la suelto de la mano y rebusco en mi bolso hasta encontrar un pañuelo. Me agacho a ella y me pone muy difícil que pueda limpiarla ya que continua comiendo sin parar ahora que tiene las dos manos libres.
—Mio. —dice Lucia apartando la tarrina cuando se la intento quitar de las manos para limpiarselas.
—Sí cariño. No te la voy a quitar, pero hay que limpiarse las manos. —le digo con una voz dulce y llenándome de paciencia.
—Coge coge. —me dice ahora levantando las manos en alto, mas sucias que limpias, para que la coja en brazos. Como puedo, la levanto y le doy la tarrina manchada y con el helado derretido a Bruno, me la coloco en un lateral apoyada en la cadera y vuelvo a andar.
—¿Qué te apetece hacer esta tarde? —pregunto para romper este silencio ensordecedor que lo único que me repite es que soy una mala persona al dejarme afectar tanto solo con la presencia de Alberto.
—¿Ese era tu ex? —suelta a bocajarro pasando olímpicamente de mi pregunta. Sabía perfectamente que esas palabras llevaba guardandoselas desde que nos fuimos del parque. Me pongo nerviosa y cambio a mi sobrina al otro lado de mi cuerpo queriendo tomarme un segundo para tranquilizarme.
—Sí. —contesto sinceramente mientras lo miro de reojo y esquivo a personas que van en dirección contraria a nosotros. Bruno asiente con la cabeza pero no dice nada más. Tengo miedo de que esté tan callado, los silencios son conversaciones que no tenemos y que crean un germen que se instala en nuestro cuerpo para ir acumulando dudas y más preguntas y que luego no son buenas que salgan a borbotones. Lo sé por experiencia.
Llegamos a casa de mi abuela donde están mi hermano y mi cuñada terminando de recoger la cocina de la comida que habíamos terminado hace ya una hora. Sólo habíamos salido durante unos minutos Bruno y yo a por un helado, y una maldita coincidencia a conseguido que en ese corto tiempo me encuentre con Alberto.
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Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETA
RomancePortada realizada por eewriter. ¡Gracias! "Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo."