23 "Editado"

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Emma

Entro en la academia el domingo por la tarde sintiendo que si ahora mismo me encuentro con Nora podría darle una buena bofetada en toda la cara y con la mano muy abierta, pero intento relajar toda esa rabia y ese enfado constante que llevo encima desde que Bruno me contó que Nora le dijo en la noche d la graduación  que ya sabía que Alberto era mi ex, que se dio cuenta hace cuatro años, pero que no me había dicho nada por no saber si querría contárselo. ¡Y una mierda!. No me fio ni un pelo de ella, no lo hice desde la primera vez que entré en nuestra habitación, y saber que ella ya estaba al tanto durante tanto tiempo no me da buena espina.

Puede ser que toda mi mala leche se haya juntado con mi ruptura, que mi humor es una mierda al reconocer en alto que aún no he sido capaz de olvidar a mi ex y que aún me sigo sintiendo como una mala persona por todo el dolor que le he causado a Bruno al no saber decirle que no a Alberto.

Llego a la puerta de mi habitación mentalizándome de que no puedo poner un grito en el cielo cuando le vea la cara a Nora, no puedo decirle nada ni cambiar mi actitud con ella y no quiero que piense que me pasa algo o que deduzca que sé que lo sabe. Si aún no ha dicho nada, tengo miedo de que ahora me venda a los leones sabiendo el daño que me puede hacer.

Intento dibujar una sonrisa verdadera en cuanto abro la puerta, y me encuentro con ella tumbada en su cama mientras mira algo de su ordenador. Le saludo con un escueto "hola" y me dirijo hacia el escritorio donde dejo mi macuto encima y empiezo a sacar mis cosas como si no pasara nada, aunque en el fondo me esté comiendo la intriga por saber en que momento se dio cuenta de mi relación con Alberto, desde cuando sabía que tenía una relación con uno de mis profesores y por qué realmente no ha querido decirme nada durante estos tres años que prácticamente vivimos juntas.

—¿Qué tal el fin de semana? —me pregunta inocentemente a mi espalda dándome a entender que sabe más de lo que aparenta. Yo me muerdo la lengua porque me encantaría decirle todas esas preguntas que el nudo en la garganta que tengo está reteniendo.

—Bien. —respondo como siempre, pero caigo en la cuenta de que es una buena forma de tantear el terreno para saber si sabe algo.— Bueno... —comienzo mientras me doy la vuelta y voy hasta mi cama para sentarme.— Supongo que ya te habrán dado la noticia.

—Sí. —dice mientras aparta el ordenador de sus rodillas a un lateral de la cama y se sienta en el borde.— Pero quiero que me lo cuentes tú. —y me da la sensación que ahora quiere dárselas de amiga, pero yo también sé interpretar mi papel.

—No hay mucho que contar. —y doy un suspiro exagerado.— Bruno y yo lo hemos dejado.

—Ya. Me lo dijo el sábado por la noche. —ostia, pues si que se dio prisa en ir a contárselo a su amiga.

—Pues entonces ya lo sabes todo. —y espero que se de cuenta de que lo he dicho con doble sentido para ver si me dice que estaba al tanto de mi relación con Alberto. ¿Le habrá dicho Bruno el motivo de nuestra ruptura también?. Solo pensar en como lo dejamos se me crea un nudo en el estomago, pero ya no hay marcha atrás. Era lo mejor para él ya que yo no habría sabido quererle como se merecía. Aunque me duela, aunque aún siga pensando que si no hubiera vuelto Alberto podríamos haber llegado a algo más serio, pero sé que estando aquí él mi cuerpo nunca podría olvidarlo.

—No me contó mucho más. —y se encoge de hombros mientras se gira para apagar su ordenador y después volver a mirarme.— ¿Y no hay ninguna posibilidad de que volváis en un futuro? —me pregunta, y hasta las chicas que están en la habitación de al lado se habrían dado cuenta que su pregunta es más falsa que ella misma, pero aún así sigo interpretando mi papel a la perfección aunque mi cabreo esté al limite.

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora