29 "Editado"

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Alberto

Mi cuerpo tiembla con cada nuevo movimiento que hago con mis caderas produciendo ese roce entre nosotros que consigue volverme majareta. No he podido controlarme, no he podido evitar besarla como llevo deseando desde anoche que dejé que se marchara a casa de su abuela intentando hacer las cosas bien. No puedo permitirme más tiempo en el que mi cuerpo no esté en contacto con el suyo, porque creo que el deseo está a punto de consumirme o de volverme loco. Una de dos.

Llevaba deseando todo el día que llegara el momento en el que abriera la puerta de mi coche y se sentara al lado mío. Las horas, minutos y segundos me han parecido eternos hasta que no me ha saludado esta tarde cuando la he recogido, y ahora mismo mi cuerpo está dándome unas gracias inmensas por haber derrumbado esa pared invisible que no me permitía comportarme con Emma como llevo deseando desde el momento en el que me di cuenta de que nunca podría olvidarla, que nunca podría arrancarla de mi pecho como bien le mostré en la canción de Melendi, el día en el que me di cuenta que fuimos unos idiotas por haber perdido estos tres años de nuestra vida, cuando me di cuenta de que fui y he sido hasta ahora un completo gilipollas por no haberle dicho a ella todo lo que siento, por haber encerrado tanto mis sentimientos y haberle dado a entender que no era tan importante para mí como realmente lo era, pero quiero y deseo con todas mis fuerzas poder compensar todo este tiempo en el que nos hemos odiado por habernos hecho daño. Nos quisimos tanto que no supimos que hacer con todo lo que sentíamos y le quiero tanto que se me quedan pequeñas todas las palabras que mi boca lucha por poder decir en alto. 

—Te quiero Emma. —le vuelvo a repetir al ver que no me dice nada ante mi confesión, y veo como una pequeña lagrima se le escapa de los ojos. 

—Yo también te quiero. —y en cuanto oigo salir eso de entre sus labios no puedo evitar soltar un suspiro que me sale del alma y atacar esos labios con fuerza mientras cierro los ojos sintiendo como mi cuerpo se hincha con la amenaza de estar a punto de explotar. 

Vuelvo a mover mis caderas encima de ella y empiezo a acariciarla por todo el cuerpo con mis manos adorando esa piel tan suave y tan tersa que me encanta. Abandono sus labios, y empiezo a deleitarme con su mejilla, con su cuello, con su clavícula hasta llegar a sus pechos que me llaman a gritos para que les de los mimos que a mi me apetezca. Me introduzco todo el pezón de uno de ellos en la boca, y mientras disfruto de su olor, ese que me ha perseguido muchas noches, lo lamo, lo muerdo y soplo en él para darle placer mientras al otro lo estrujo y amaso a mi antojo hasta que, con mis dedos indice y pulgar, lo atrapo y con una pequeña fuerza tiro de él. El sonido que se le escapa a Emma, consigue que una corriente eléctrica recorra toda mi columna vertebral hasta acumularse en mi bajo vientre. Darle placer a ella es mucho más gratificante que buscar el mío. 

Me bajo de ella y me coloco a su lado para continuar con mi camino descendente y acariciar su parte más intima por encima de la ropa interior que aún le queda. Aún con la tela, puedo notar lo húmeda que está ya por nuestros preliminares, y la acaricio de arriba a abajo para llevarla aún más al limite. Sonidos roncos se escapan de su boca mientras yo no puedo dejar de mirar su cara de deseo y como entreabre sus labios. Sin pensármelo mucho, aparto a un lado sus braguitas y mis dedos se llenan de esa humedad y se calientan por el calor que desprende ella. Notar la facilidad con la que mis dedos se mueven por toda su hendidura hace que me vuelva loco, y ataco su boca para evitar decir una palabrota cuando noto como su mano empieza a acariciarme por encima de mis calzoncillos. De arriba a abajo, empieza a darme placer y comienzo a sentir como mi cuerpo empieza a temblar de las ganas que tengo de ella y de los escalofríos que me consumen. 

Nos masturbamos mutuamente mientras hacemos prácticamente el amor solo con nuestras bocas que se unen, se separan, se humedecen, se muerden y se comen mientras nuestras manos tienen la ardua tarea de hacernos disfrutar. Nuestras lenguas se juntan y luchan por el control del beso, intercambian saliva, bailan, se enrollan y se follan entre ellas. El hambre por Emma va creciendo en mi interior a grandes pasos mientras siento que no puedo aguantar más, y con un ultimo mordisco a su labio inferior, me separo y empiezo a repartir besos por todo su escote, pechos, estomago, caderas y voy bajando con mis dedos la última prenda que le queda para volver a quedarme maravillado con su desnudez. 

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora