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Emma

Merida 01:48

¿Cuanto te queda para llegar?

Yo 01:48

Llevo diez minutos en la puerta.

Merida 01:49

¿Y por qué no me has dicho nada?

Yo 01:49

Porque creo que es una mala idea. 

Merida 01:50

¡Que va!

Además, yo nunca tengo una mala idea jajaja. 

Omito su ultimo comentario porque alguna que otra vez si que ha tenido alguna. 

Yo 01:51

Me voy a ir a mi casa.

Merida 01:51

¡Ni se te ocurra!

Espera. 

Voy a por ti. 

Yo 01:52

No, de verdad. 

Pero ya se ha desconectado. 

Guardo mi teléfono móvil de nuevo en el bolso mientras miro a mi alrededor y observo a la gente que está en la cola de la discoteca a la espera de que el de seguridad les cobre la entrada y les deje pasar. A lo mejor me tenía que haber puesto yo también en la cola, pero no he podido porque he estado a punto de darme la vuelta y volver a recorrer el mismo camino que he hecho desde mi casa tres veces.

—¡Emma! —la voz de Merida hace que me gire y mire la puerta de la entrada. Me saluda con una mano y después se acerca al de seguridad para decirle algo.— Está con nosotros. 

Enseguida, el grandote trajeado de negro, abre el cordel y me indica con un movimiento de mano que pase. Sé que todos los que están esperando su turno para pagar me estarán maldiciendo por colarme mientras me acerco a ellos, pero ahora mismo los nervios que llevo en el estomago no me dejan pensar en otra cosa que no sea en el posible ridículo que voy a hacer en cuanto atraviese la puerta. 

—¡Madre mía! ¡Estás impresionante! —me dice mientras me da un abrazo como si fuéramos amigas de toda la vida. Se le nota un poco que ya va animada por las copas que se habrá tomado, pero aún así está radiante. 

—Gracias. Tú también estás guapísima. —le digo mientras dejo que me coja de la mano y me guíe a través de un pequeño pasillo hasta unas puertas negras enormes que me indican que detrás está la discoteca. 

—Alberto se va a caer de culo cuando te vea. —y se ríe de su propia broma mientras yo me paro en seco al sentir que me quedo sin aliento por lo nerviosa que estoy. Consigo que ella también deje de caminar y me mire sin comprender mi reacción.

—De verdad. Creo que será mejor que me vaya. Mañana podría... —empiezo a decir, pero enseguida me corta. 

—Mañana puede ser que el mundo explote y ya no tengas ninguna oportunidad. Así que ponte recta y luce ese cuerpazo que tienes. —y abre las grandes puertas sin darme la oportunidad de replicar. 

En cuanto entro, la música alta me da la bienvenida. La oscuridad no es total gracias a las luces de colores que se van moviendo de un lado para el otro, y me siento mejor al saber que no está tan iluminado y que podré pasar desapercibida. Llevo bastante tiempo sin salir por las noches de fiesta y mucho más tiempo a un lugar como este. 

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora