Emma
Espero impacientemente a que Alberto me mande un mensaje para decirme que ya está en la misma esquina que me recogió ayer, y mientras tanto, hago tiempo terminando de hacer el macuto en mi habitación para que mi hermano y mi abuela no puedan ver lo nerviosa que estoy por volver a verle. Se supone que me estoy preparando para irme ya a la academia ya que mañana es lunes y empieza una nueva semana, pero lo que no saben es que me voy antes para aprovechar esas dos o tres horas que puedo permitirme para estar con Alberto. Me siento mal por mentirles, por hacer que mi hermano tenga que venir antes porque yo haya decidido irme con más tiempo a la escuela, pero es que no puedo remediarlo, porque sé que una vez entre por la puerta en donde solo seré una alumna más para él, no podremos aprovechar ni un segundo para estar juntos por querer llevar mucho cuidado ya que sabemos que hay una persona que, si ella quisiera, tendría el poder sobre nosotros y podría jodernos la vida.
Pero igualmente, sabiendo que tenemos muchos problemas agazapados detrás de nosotros a punto de saltar sobre nuestros hombros, que existe la posibilidad de que por todo lo que he luchado se vaya a la mierda, que estamos rompiendo de nuevo la mayor norma de la escuela y que tenemos muchas papeletas para que esto vuelva a salir mal, no me importa volver a intentarlo y volver a arriesgarme, porque creo que ahora si que hemos empezado bien. O al menos, enamorados por el pasado tan frenético que tenemos pero yendo poco a poco para construir esa base solida que nos faltaba hace casi cuatro años.
Mi móvil pita indicándome que me ha llegado un mensaje y no me hace falta desbloquearlo para saber que es Alberto el que me lo ha mandado. Miro el reloj que tengo en la mesita de noche y veo que son las seis en punto de la tarde. Como siempre, el señor Capullo con su estricta puntualidad. Pensar en ese apelativo me saca una sonrisa, y aunque no sea lo que se dice un sobrenombre cariñoso, nosotros sabemos que esconde muchísimas cosas más y que significa mucho más aún que si en un principio le hubiera empezado a llamar "Cari" o "Cielo" o "Chiqui". No sé, no me gustan esas cursilerías porque nosotros no somos como las demás parejas, y algo que nos diferencia es que, en vez de decirle algo cariñoso, le insulto de forma amorosa.
Salgo al comedor con mi macuto colgado del hombro y un poco ansiosa por recorrerme los metros que me separan de acera de la esquina en donde sé que Alberto está aparcado. Mi abuela está mirando la televisión ensimismada, sin darse cuenta de que he entrado en la habitación, y mi hermano aparece atravesando la puerta de la cocina mientras mira algo en su teléfono, y cuando me ve levanta la mirada.
—¿Ya te vas? —me pregunta guardando el móvil de nuevo en el bolsillo de su pantalón vaquero.
—Sí, tengo que acabar el trabajo con un compañero que tenemos que entregar mañana. —le digo y no sé porque le estoy explicando de nuevo la excusa que le puse por teléfono cuando le llamé esta mañana.
—Lo sé. —y me mira interrogante, como si no se lo creyera del todo.
—Abuela. —le llamo para dejar de mirar los ojos de Pablo y antes de que claudique por la presión que siento y le cuente la verdad. Ésta aparta la mirada de la tele y se fija en mí pero sin cambiar su expresión, como si aún siguiera viendo el programa.— Me voy ya, ¿vale?. —y guarda silencio mientras sigue mirándome sin ningún cambio en su semblante.— El viernes estaré aquí de nuevo. —sigo diciéndole ya que su silencio no me gusta nada. ¿Estoy haciendo bien en irme? ¿Debería quedarme más tiempo? Mi abuela hace un gesto con la cabeza como afirmando, pero aún sin ninguna emoción en su cara y sin decirme nada. Vuelve a mirar la televisión y empiezo a sentir una presión en el pecho. Lleva muchos días en los que le cuesta hablar, que ya no es la mujer dicharachera que era antes. Es como si cada vez que hablamos ella estuviera en su propio mundo y eso me duele.
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Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETA
RomancePortada realizada por eewriter. ¡Gracias! "Hazlo, y si te da miedo, hazlo con miedo."