27 "Editado"

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Alberto

Me tumbo boca arriba encima de mi cama sin apartar las sabanas ni la colcha y sin quitarme la ropa que he llevado toda la noche. Miro hacia el techo mientras echo mis brazos hacia atrás y meto mis manos debajo de mi cabeza. No puedo dejar de sonreír, no puedo evitar que mis labios se estiren creando una sonrisa que no le estoy dedicando a nadie, pero que es producto de lo magnificas que han sido estas últimas horas. Mi pecho está a punto de explotar por esta vorágine de sensaciones descontroladas que siento en el centro de mi cuerpo. Es como si experimentara la felicidad absoluta, como si respirar ya no me hiciera falta cada vez que aspiro por la nariz porque estoy lleno de alegría y de una sensación cálida que me indica que me siento completo desde hace mucho tiempo.

Millones de burbujas se enredan en mi estomago cada vez que pienso en como ha terminado la noche, en como he podido ser capaz de dar rienda suelta a todo lo que mi alma, porque va más allá que mi corazón, siente cada vez que tengo cerca a Emma. Me siento muy orgulloso de mí mismo por haber derribado toda esa coraza que estaba cubriendo mi cuerpo para no soltar todo lo que llevaba deseando decirle a ELLA cada vez que la veía. Estoy completamente enamorado, estoy totalmente jodido, pero me da absolutamente igual porque sé que soy correspondido. Y ahora sé que si no es ella no será nadie, si no es ELLA no hay nada.

Recuerdo como la voz de Melendi nos envolvía como yo estaba haciendo lo mismo en ese momento con mis brazos sobre el cuerpo de Emma, como nos mecíamos sobre nuestros pies disfrutando de las palabras que la voz del cantante cantaba solo por el placer de estar juntos, y como me daba la sensación de que, esas palabras, solo nos las decía a nosotros, porque cada frase, cada letra de esa canción, cada nota musical, cada acorde de la guitarra y cada palmada de fondo hablaba expresamente de todo lo que siento por ella. O al menos, eso es lo que me parecía a mí.

Separarme de ella cuando terminó la canción fue un suplicio, porque me habría pasado toda la noche en esa misma posición mientras disfrutaba de las agradables canciones que sabía que tenía en mi reproductor, sentir su pecho pegado al mío, el calor que desprende su cuerpo y que llegaba a mi mano a través de su cadera, oler su perfume y a ella durante toda la noche, dejar que el tiempo volara entre nuestro abrazo, pero sabía que me había propuesto ser un buen chico y empezar las cosas por el principio.

No sé si ella quería algo más, si tenía en mente que después de salir de ese parking iríamos a mi casa para finalizar esa maravillosa cita con un encuentro entre nosotros donde siempre predominaría su piel, pero aunque me apetecía más que cualquier otra cosa en el mundo, quería hacer las cosas bien, aunque en el trayecto hasta casa su abuela estuve a punto de pegarle dos palizas a ese buen chico que quería ser.

El camino de la amargura lo tuve cuando la vi perderse a través de la calle donde la había dejado en la esquina. El beso de despedida me dejó con muchas ganas de más, no pude evitar saborear toda su boca como si eso fuera el aire que necesito para respirar, no me importaba que durante diez minutos que duró nuestro beso, mi oxígeno fuera el suyo que salía de su boca como dióxido de carbono, y aunque mis manos picaban por meterla dentro del coche y llevarla hasta mi casa, tuve que obligarme a separarme de ella y dar por finalizada una de las noches más especiales de mi vida.

No vi decepción en su mirada, no me dio la sensación de que se esperaba otra cosa, solo podía observar esa sonrisa radiante donde me enseñaba todos sus dientes y en lo mucho que brillaban sus ojos. Mi corazón estuvo a punto de romperme alguna costilla cuando me acarició la barba como si estuviera sumida en sus pensamientos pero sin dejar de sonreír. En ese momento me sentí como un adolescente que no sabe tratar aún con mujeres, no sabía como iba a poder soportar no tenerla de esa manera que sabemos que se nos da tan bien, pero la cara de felicidad que me puso cuando volvió a mirarme a los ojos consiguió que se me hinchara tanto el pecho que estuve a punto de decirle que nos fuéramos lejos, muy lejos, donde no había normas rotas, ni academia, ni gente que podría hacernos la vida imposible, ni problemas que son ahora mismo como una bomba lapa pero que habíamos conseguido dejar fuera de nuestra burbuja las últimas cuatro horas. Quería llevármela a algún sitio donde supiera que nadie sería capaz de hacerle daño, donde solo estuviéramos ella y yo y todas estas ganas contenidas que sentía en la boca de mi estomago. Porque aunque pueda estar muy enamorado y convencido en que las cosas buenas hay que comérselas despacio, seguía sintiendo un deseo irrefrenable hacia ella. Si Emma me hubiera pedido que le llevara a mi casa, no me lo habría pensado dos veces. Habría encerrado a ese chico bueno, lo habría amordazado, atado y casi tapado los ojos para que no viera todo lo que quería hacerle a ella. Y estoy poniendo todo mi empeño en no ser un mal hablado, porque las que ya me conocéis, sabréis que esta faceta no me pega nada, pero no soy yo el que habla, es el chico bueno. Pero para no perder la tradición: me cago en mi puta vida que estoy jodidamente enamorado.

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora