33 "Editado"

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Alberto

Me siento lleno, completo, feliz. Con una sensación enorme en el pecho de que ahora sí que estoy haciendo las cosas bien desde el principio. Ya no estoy movido por la rabia, ya no estoy dando palos de ciego, ni siento esa frustración que siempre me ha perseguido durante los últimos tres años de mi vida.  Es como si ahora todo estuviera en orden, como si mi futuro no estuviera tan negro y como si la felicidad de mi cuerpo pudiera escaparse por mis orejas. 

Miro a Emma acurrucada bajo mi brazo, apoyando su mejilla en mi pecho y pienso que soy un puñetero hombre con suerte. Está dormida o ha cerrado los ojos por lo relajada que está, pero oigo su respiración más profunda que choca contra mi piel y puedo asegurarme de que es lo primero. 

Es casi la hora de comer pero me da igual. Estamos enrollados entre nosotros desnudos y más juntos que nunca debajo de las sabanas de la enorme cama de la habitación principal, y ahora mismo es como si solo el echo de estar así no me hiciera falta ni la comida. Dicen que con solo de amor no se vive, pero es que ahora mismo es como si mi cuerpo estuviera tan lleno que no me cabe nada más que no sea Emma.

Acaricio su brazo que tiene encima de mi estomago con un movimiento rítmico de mis dedos mientras empiezo a darle pequeños besos sobre su pelo. Me muevo un poco más para tener mejor acceso y continuo con su frente, sus parpados y su nariz. Emma se remueve bajo mi brazo y me enamoro un poco más cuando me abraza con más fuerza como si se resistiera a la idea de despertarse y que me aleje. 

—Cariño... —le digo en un susurro. Quiero que se despierte pero no que tenga un infarto por ser tan brusco. 

—Cuarenta minutitos más. —dice con la voz tomada y consigue que me ría. 

—Normalmente piden cinco minutos no casi una hora. —le digo divertido.

—No es casi una hora. —me corrige y empieza a acariciar la piel de mi pecho con la nariz. Solo ese gesto consigue ponerme tontorrón otra vez. Madre mía que mal estoy. 

—Bueno, pues quédate. Yo iré a hacer la comida. —hago amago de separarme y mi pecho se hincha aún más cuando me coge con fuerza para que no lo haga.

—No, no. Que me hace sentir mal. Ya me levanto. —y se incorpora completamente desnuda con un suspiro para sentarse en el borde de la cama mientras se rasca el hombro. Yo no puedo evitar mirar su espalda, su tatuaje, y cuando se levanta mis ojos se van directamente a su trasero. Pero no aparto mi mirada cuando me pilla mirándola con una ceja levantada. ¿Hay confianza no?. Pues puedo comérmela con los ojos.  

***

—No sabía que tenías una casa en la sierra. —me dice dándole un trago a la copa de vino blanco que le acabo de rellenar.

—Son de mis tíos. Hacía muchos años que no venía aquí. Casi los mismos que llevo sin verlos a ellos ni a mis primos. Solo mantengo el contacto con uno de ellos, que es el que me ha prestado las llaves.

—¿Problemas familiares? —me pregunta y me gusta esa sensación de poder compartir mi vida con ella.

—Bueno... Todo empezó cuando mi abuelo paterno falleció. Dejó en herencia un piso en el centro de Madrid y otro en un pueblo de Valencia. Mis tíos querían quedarse con el apartamento de la playa y que mi padre se quedara el de Madrid, pero cuando hicimos la tasación de lo que valían cada uno, el que está junto al mar tenía mucho más valor económico que el que hay aquí y mi padre pensó que nos estaban tomando por tontos.— le doy un trago a mi copa de vino mientras veo como Emma escucha atentamente todo lo que le estoy contando.— Ya sabes. Discusiones que empiezan siempre con una buena intención y que luego va subiendo de tono para acabar a gritos.

Ven Conmigo (2º Trilogía Conmigo) COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora