Capítulo 25 Te quiero conmigo

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No estaba tan segura de que mis premoniciones fueran un don, cada que tenía una las posibilidades de cambiar el futuro eran bastante improbables. Era una de esas tardes en las que había hecho todo tan rápido que no tenía nada que hacer y era realmente molesto.

Me sentía frustrada porque no se me ocurría hacer nada y no estaba acostumbrada a tener tiempo libre, vivía con los segundos libres contados, por otro lado, Marcos estaba ocupado trabajando y Rafael nunca estaba, así que, estaba bien aburrida.

Tenía esa sensación de mal presentimiento, de incomodidad en el cuerpo. Intenté alejar esos sentimientos, pero fue inútil. Mi abuela al parecer estaba en las mismas que yo. Me llamó a su habitación para hablar y me contó el más grande secreto de mi papá.

Siempre supe que en mi familia había secretos que no querían que salieran a la luz, pero nunca imaginé lo que ella me confesó esa tarde. Mi papá estaba comprometido con una maracucha en matrimonio, se veían los fines de semana o en las vacaciones, no presté mucha atención a esa parte, pero en una noche de copas, una noche loca, conoció a mi mamá y al poco tiempo del fruto de esa noche nací yo.

Mi papá ni siquiera tuvo intenciones de casarse con mi mamá y tampoco estaba preparado para ser padre, mi mamá era virgen, así que, yo fui la piedra en el zapato para poder casarse con la mujer que él quería. Así lo sentí.

Según mi abuela, él buscó orientación en ella y luego de haber nacido y de tenerme en sus brazos mi abuela le aconsejó casarse con mi mamá. De paso, durante el embarazo siempre esperaron un niño y al nacer se dieron cuenta que era una niña, otra decepción para mi papá.

En resúmen, yo era el error de mi papá y su mayor decepción.

«Realmente no sabía cómo manejar ese secreto, me sentí horrible. Era un estorbo en la vida de mi papá, fui su mayor error. Por eso él no me quería, por eso él siempre veía lo peor en mí, por eso me llamó puta, por eso siempre pensaba lo peor de mí».

Podía sentir como mi corazón se rompía en mil pedazos. Mi realidad era una mentira, mi vida era un total desastre. Toda esa información hizo crush en mi cabeza no lo supe procesar, estallé. Estallé de dolor, de tristeza, de decepción, ni siquiera fui planeada, fui el error de una noche. Una noche que volvió mierda sus vidas, las de mis papás y la mía.

Hubiese preferido no enterarme nunca de eso.

Pasé la noche más terrible de toda mi vida, pero por alguna razón, esa noche no lloré, había llorado tanto antes que el malestar solo estaba allí, como un veneno esparciéndose por mis venas.

Estaba en mi habitación acurrucada en mi cama cuando comencé a tener un fuerte dolor de vientre, me levanté y fui al baño. Era un dolor similar a los cólicos menstruales. Hice cálculos mentales y mi periodo no estaba ni cerca.

Llegué a pensar que algo me había caído mal, pero el dolor era diferente, iba del vientre a la espalda y los costados, era un dolor sordo, no alcancé a llegar al baño cuando sentí que me mojé toda o eso me pareció. Cuándo me toqué entre las piernas y ví mis manos, estaban llenas de sangre.

Comencé a temblar, no entendía nada de lo que sucedía, me quité la ropa y me dí un baño. Necesitaba quitarme toda esa sangre, cuándo salí de la ducha y revisé mi ropa, todo lo que había visto se esfumó, el malestar se había ido, al igual que la angustia que sentí.

¿Qué diablos? ¿Qué fue eso?

Estaba totalmente desencajada. Estaba segura de lo que ví, vi sangre, mucha sangre. Me vestí rápidamente y luego escuché el teléfono sonar, sabía que era él. Me tranquilicé un poco y corrí a contestarle.

Malditos Recuerdos (Saga Recuerdos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora