Capítulo 33 Tenemos que hablar

48 8 249
                                        

Estaba inmensamente feliz de ver a mis padres con vida. No era una persona muy demostrativa de afecto, pero los quería un mundo.

Solo con Marcos me dejaba llevar, era dulce y detallista, con él las demostraciones de afecto simplemente se daban, incluso estando con Rafael me costaba tomarlo de la mano, me incomodaba. No estaba acostumbrada a tales demostraciones de afecto.

Ahora que volvía atrás en mis recuerdos, me era inevitable comparar ambas relaciones, con Marcos todo fluía, la cercanía, los abrazos, los besos, de solo recordarlo me estremecía.

«¡Piensa en otra cosa Natie!» me reprendía a mí misma.

Cuando volví a la realidad, mis papás ya se estaban despidiendo de tía Mercedes. Literalmente solo fueron a Coro a buscarnos. Mi papá odiaba la Ciudad de Coro, el calor insesante y los embotellamientos de las calles a pleno sol. Así que, le gustaba ir por diligencias puntuales y de regreso a casa. Me despedí cariñosamente de mi tía y a mi prima no la quise molestar de nuevo.

De camino a casa, solo escuchábamos canciones mientras mi madrina comentaba algunas anécdotas del viaje. Yo rezaba interiormente para que Marcos no saliera a relucir.

Afortunadamente mi madrina no dijo nada y mi hermana tampoco, no porque no quisieran sino, porque no tuvieron oportunidad. Al estar como a  treinta minutos de casa vimos que había congestionamiento en la vía y mi papá nos comentó a que se debía.

−Olvidé decirles. Cuando veníamos de camino vimos un accidente. Un auto se llevó por delante un burro− al escucharlo mi sangre se heló y sentí un ligero escalofrío recorrer mí espalda.

−Ay sí. Se veían horribles− agregó mi mamá. −La pareja estaba toda bañada en sangre. La muchacha como que no traía el cinturón y salió por el vidrio delantero −podía ver por el espejo retrovisor como fruncía el ceño al recordar las imágenes del accidente.

−¡Dios mío! Esta vía es tan peligrosa. De seguro venían volados− expresó mi madrina lamentando el hecho desafortunado.

Mi hermana y yo nos quedamos en shock, ella por ver como quedó el auto y yo porque no podía creer que hubiera evitado el accidente de mis padres, pero no pude evitar que otro accidente ocurriera. Un sentimiento de culpa me invadía.

«¿Acaso era mi culpa no haber dicho algo, pude haber hecho más?»

De pronto mi madrina nos interrumpió

−No vean eso, mis niñas! − desviamos la mirada, pero, aunque no estaban los cuerpos de la pareja, se veía el estado en el que había quedado el burro y el auto, dejaba mucho a la imaginación.

Mi cuerpo instintivamente tomó el celular y le envié un mensaje a Marcos comentándole lo sucedido. No tenía buena cobertura, pero era seguro que el mensaje llegaría en algún momento.

Por alguna razón siempre le comentaba todo a mi alrededor, o bueno la mayoría de las cosas.

En ese instante recordé que al llegar debía enfrentarme a Rafael y darle fin definitivamente a esa extraña relación que teníamos, estaba totalmente segura que no me quería casar y menos con alguien a quién no amaba y por Rafa solo sentía cariño.

En medio de mi pequeña reflexión amorosa llegamos a la casa y detrás de nosotros llegó tía Desiré, la alcaldesa del Pueblo. Había ido a Punto fijo de compras y llegó con diversos cuñetes de pintura para arreglar la casa para Navidad, yo estaba tan cansada que la medio saludé y me fui a mi habitación.

Solté mis maletas y busqué mi cargador inmediatamente, pues mi teléfono estaba dando sus últimos avisos para que lo cargara antes de apagarse.

Aproveché que todos estaban con ella y me dí un buen baño. Al salir, Merly me comentó que habían llegado unos chicos de otros países para una especie de capacitación, entre ellos había médicos, secretarias, instructores y otros.

Malditos Recuerdos (Saga Recuerdos #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora