Capitulo 2: Un hogar

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"...Un dolor agudo invadió mi cabeza, mientras un pitido resonaba en mis oídos, lleve mi mano a donde se hacía presente el dolor, y luego la mire, manchada de sangre, comencé a sentir un golpeteo en la ventana de el auto..."

El sonido de los pájaros cantando, me despertaron, ciertamente el sol había salido hace poco más de 1 hora, y chocaban contra mi rostro, que molesto.

Baje del árbol, raramente con entusiasmo, una corazonada me hacía sentir que encontraría algo hoy.

Devoré rápidamente carne de una ardilla asada que me sobró de ayer a la noche, y pase por un pequeño lago para lavar mi rostro.

Dos caminantes se asomaban por detrás, mi mano fue a parar a donde debía estar mi pistola, pero no la tenía, y mi cuchillo tampoco, pude verlos, detrás de esos dos caminantes, posados en el suelo.

Tomé una roca, y aleje a uno de ellos empujándolo, para que me diera tiempo de matar a uno, me agache y lo empuje desde su cintura, cayó desplomado boca arriba, golpee una y otra vez su cabeza, sentía su sangre en mi rostro.

El otro caminante se me abalanzó, y causó que me golpeará fuertemente la cabeza contra el suelo, comencé a sentirme ya sin fuerzas, los párpados me pesaban, comenzaban a cerrarse, veía todo borroso.

Sentí un alivio en cuanto al peso que tenía sobre mi, el caminante ya no luchaba, pero mis ojos se cerraban cada vez más, lo último que vi fue un chico, con sombrero de vaquero, me extendió su mano y dijo algo, pero no lo escuché, vi todo negro...

(...)

— Cuando despierte me avisas— escuché decir apenas.

Veía borroso aún.

— Claro, papá.

Y mis ojos se cerraron nuevamente.

(...)

Abrí los ojos, está vez haciendo fuerza, ciertamente no quería que se cerraran, me quede unos minutos mirando el techo.

Hasta que quise levantarme, con esfuerzo me incorporé, y comencé a mirar a todos lados con asombro, hasta que me encontré con la mirada de un chico, y me quedé mirándolo, y el a mi, efectivamente, era el a quien vi en el bosque.

— Veo que decidiste despertar— dijo sin dejar de verme.

— ¿Cuánto estuve desmayada?— me frote la cabeza.

— Un par de horas— se dio vuelta y se dirigió a una de las rejas— espera aquí.

Abrió con sus llaves una reja y la atravesó, volviendo a cerrarla, que chico más raro, está como distante.

Comencé a mirar a mi alrededor, me encontraba en una prisión, era lo único que podía asegurar, se oía un murmullo, tal vez había gente afuera, un grupo bastante numeroso.

"Debo quedarme" pensé.

Voltee al escuchar la reja abrirse nuevamente, está vez el chico estaba acompañado de un hombre de cabellos castaños y una barba poco poblada.

— Hola, soy Rick, Rick Grimes, y el es mi hijo Carl— señaló al chico— ¿y tú eres?

— Mi nombre es Blake...Moore, aunque creo que mi apellido no importa.

— Supongo que querrás quedarte aquí, puedes hacerlo, solo debes responder tres preguntas— puso sus manos en la cintura.

— Claro, las que sean.

— ¿A cuantos caminantes has matado?— ¿es un chiste? Cómo se supone que los cuente, o ¿Acaso debería contarlos?

— No lo se— dije obvia— no espera que los haya contado, ¿o si?— su rostro se mostraba serio, no era broma— en ese caso serian...no se un par de docenas.

— Bien, ¿Cuántas personas has matado?

— No lo sé, ya perdí la cuenta, solo sé que fueron muchas— dije sin expresión alguna.

— ¿Por que?

— Murieron para que yo estuviera en este lugar, aquí y ahora— me excusé.

— Bien, puedes quedarte— sonrió— Carl— lo llamó— presentale al resto y y asignale una celda.

El asintió.

— Sígueme— dijo.

Atravesamos la reja, y se comenzó a asomar algunas personas, me observaban, pendientes a cada movimientos, algunos con miradas desconfiadas, lo entiendo, debía de verme horrible.

— Bien, no hay celdas vacías, así que si no te molesta, deberás quedarte conmigo, es decir en mi celda.

— Está bien— dije.

Caminamos hasta el final de el pasillo, su celda era la última en este, al entrar a la celda, dejo que pasase primero, y luego hablo.

— Esta es mi celda, puedes dejar tus cosas por ahí— señalo un rincón— descansa si quieres, más tarde puedes ir a conocer al resto.

Simplemente asentí.

— Por cierto, hay duchas, están atravesando esa puerta— señaló— a la derecha.

Asentí nuevamente.

Se alejó por el pasillo a pasos lentos, que hacían eco.

Tomé algo de la poca ropa que tenía guardada en mi mochila, y me dirigí al baño, anhelaba ducharme.

(...)

Estuve algún tiempo en la ducha, lo disfruté más que nunca, volví a la celda, y me recosté, no esperaba dormir, solo descansar los ojos un rato.

Sentía el caminar de las personas por el pasillo, era simplemente reconfortante saber que no estaba sola, alguien paró en la puerta, y se quedó ahí.

Era Carl, quién me observaba sin hacer ningún movimiento, ni siquiera emitía algún sonido, al notar que lo veía sonrió.

— ¿Que sucede?¿Que tengo?— pregunté.

— Nada, solo que es mi cama.

— Lo siento, no sabia— me paré.

— No, está bien, duerme ahí si quieres, usaré la de arriba.

— Gracias— me volví a recostar.

—  Podría presentarte al resto si quieres.

— Claro— salí de la celda con entusiasmo— vamos, que esperas— sonreí.

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Emi Díaz

Tú Me Encontraste |Carl Grimes| TWDDonde viven las historias. Descúbrelo ahora