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—No podemos volver a casa.—Declaró Luther a Diego, tomando un atajo por un solitario callejón.—No es seguro. Esos psicópatas podrían regresar.

—Yo vivo mas cerca. El gimnasio esta cerca, nadie los buscaran ahí.

Cinco entreabrió sus ojos, sintiendo las náuseas llegar. Cinco se estiró en los brazos de Luther y eructo, llamando la atención de su hermano que lo miro con su entrecejo fruncido y una ligera mueca de asco.

—Si me vomitas encima...

—¿Sabes que es gracioso?—Le preguntó Cinco a su hermano, con su voz atontada.—Paso por la pubertad. Dos veces.—Soltó una risilla.—Bebi la botella completa, ¿no es así?

—Creo que Seis ayudo mucho en eso.—Mencionó Diego, dándole una rápida mirada a la rubia que traía en sus brazos, totalmente dormida.

—Si, tienes razón.—Asintió Cinco.—Eso es lo que haces cuando el mundo que amas desaparece.—Musitó con naturalidad.—¿De qué están hablando?

—Dos tipos con máscaras atacaron la academia anoche.—Confeso Luther.

—Vinieron a buscarlos.—Hizo saber Diego.—Así qué concéntrate. ¿Que quieren?

—Hazel y Cha Cha.—Parloteo Seis, entre un murmullo. Haciendo que Diego, el que la cargaba, soltara un ligero brinco de sorpresa.

—¿Quiénes?

—Odió los nombres claves.

—A nadie le interesa que odias o que no, Luther.—Comentó Seis, con su voz ligeramente arrastrada.

—Lo mejor de lo mejor.—Les respondió Cinco.—A excepción de Seis y yo, claro.

—¿Lo mejor de qué?

—Sabes, Dolores dice que odia cuando  bebemos.—Comentó Cinco, con una mirada boba puesta en el maniquí.—Dice que me comienzo a parlotear y parlotear, y que Seis la ignora por que prefiere dormir. Debí llamarla Shirley.

—¡Oye! Concéntrate.—Le regaño Diego girandose a el.—¿Que quieren Hazel y Cha Cha?—Cinco no respondió, solo les mostró una gran sonrisa un tanto escalofriante.—Solo queremos protegerlos.

—¿Protegernos?—Cinco alzo una de sus cejas con una clara burla.—No necesitamos tu protección, Diego. ¿Sabes cuantas personas hemos matado? No. Seis y yo somos el cuarto jinete del Apocalipsis. Y hablando de Apocalipsis, el Apocalipsis se acerca.—Dijo antes de girarse en los brazos de Luther para comenzar a vomitar.

—Eso no es muy agradable de escuchar.—Musitó Seis, escuchando las arcadas de su mellizo.

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—Hola.—Saludo Klaus, con desconfianza. Estaba obedeciendo a su hermano, pero solo porque quería largarse de ahí.—Hola.. ¿Como te llamas?

La mujer se giro a Klaus. La sangre que caía de su cabeza hacia que el se pusiera mas nervioso. Oh. Si tan solo estuviera su Solecito con el para quitarle ese horripilante sentimiento, todo seria mas fácil.

—Zoya Popova.

—Oh. Es un bonito nombre.—Hizo saber Klaus, con una sonrisa diminuta y su corazón latiendo a todo lo que daba.—¿Puedes decirme que pasa?

—Lo que pasa es que si no te callas, te cortaré la lengua con una cuchara.—Interrumpió Cha cha desde el sofá.

Klaus endureció su rostro, y lo alzo con superioridad.—Zoya Popova.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora