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—No es exactamente lo que esperaba.—Mencionó Klaus observando el cuerpo de Harold Jenkins sin vida y con varios objetos filosos incrustados en su pecho.

—El eufemismo del año.

—Y no hay señales de Vanya.

—Vámonos antes de que llegue la ley.—Diego ordenó dándose media vuelta.

—Esperen.

Cinco se acercó al cuerpo de Harold, saco de su bolsillo el famoso ojo y lo coloco en el faltante de Jenkins. Quedaba a la perfección. El ojo de vidrio le quedaba a la perfección a Harold, tenían el mismo tamaño y el mismo color. El ojo era de el.

—Mismo color y mismo tamaño de la pupila.—Mencionó mirando a sus hermanos.—Es el. El ojo que encontré hace décadas... al fin halla a su dueño.

—A el había que matar para evitar el Apocalipsis.

—¡Yei! Vámonos.

—No, no. Alto, esperen.—Cinco saco el ojo de su lugar y se levanto.—No puede ser tan fácil. Esta es la nota de la comisión que intercepte. La que dice: "Proteger a Harold Jenkins". Alias, Leonard Peabody.

—Si.

—¿Pero quien lo asesino? ¿Quien hizo esto?

—Tengo una idea loca, muy loca...—Cinco ni siquiera se quedo a escuchar a Klaus, desapareció tan rápido.—¿Y si buscamos a Vanya y le preguntamos que paso?

—Si Vanya huyo de este idiota, quizá regresó a la Academia.

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—Ni rastro de Vanya.

—No esta en ninguna habitación

Tampoco en la planta baja.

—¿Por que buscan a Vanya? ¿pasó algo?—Seis hablo llamando la atención de todos.

—¿Subiste las escaleras tu sola?—Diego pregunto con incredulidad.

Seis asintió fingiendo estar despreocupada, sin embargo, tenía su mano puesta en su herida tratando de no mostrar ningún gesto de dolor. Le había costado terriblemente tanto como subir las escaleras como bajarlas, cada paso que daba sentía como si la herida fuese abrirse.

—¿Que fue lo que paso? ¿Por fin ese cabron esta muerto? ¿Vanya esta bien?

—Afortunadamente si. Lo encontramos muerto y le quedaba el ojo a la perfección. Y no encontramos a Vanya por ningún lado.—Cinco respondió a todas sus preguntas de su hermana mostrando el ojo de vidrio.

—¿Lo encontraron muerto?—Musitó arrugando su entrecejo, incrédula.—¿Es todo?

—Si. ¡Yei, no moriremos!

Seis negó aún sin poder creérselo. Era muy simple.—No. No pudo haber sido tan fácil.

Cinco la señalo asintiendo.—Es lo que yo pienso.

—Yo me voy.—Anunció Diego dándole unas palmaditas en la espalda a Seis.

—¿Te vas? Espera.

—¿A donde vas?—Le cuestionó Cinco.—Vanya sigue allá afuera, igual que Hazel y Cha Cha.

—Lo sé. Voy por mis cosas y mi iré. Tengo asuntos pendientes con esos dos.

—Solo harás que te maten.—Le susurró Seis antes de que Diego se fuera.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora