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—¡Mierda!—Klaus exclamó llevando sus manos al pecho dando un saltó cuando Número Seis apareció frente a el. Seis no dijo nada, ni siquiera lo miro, solo se dejo caer a la cama de Klaus.—¿Eso es sangre? ¿Estas bien, Solecito? ¿Estas herida? Iré por el botiquín.

—No, no, no.—Negó tomándolo del brazo antes de que pudiera irse. Seis lo jalo haciendo que se sentara nuevamente en la cama.—Estoy bien, Klaus. No es nada.

—Perfecto. Entonces supongamos que esa no es sangre sino pintura roja ¿Que te parece?—Seis rodó los ojos ante el sarcasmo de Klaus.—¿Es pintura de otra persona o...?

—En parte, si.—Admitió soltando un largo suspiro.—De hecho es de muchas personas, pero no vengo hablar de eso, ya te contaré después.

Klaus torció la boca con preocupación y se acerco mas a Seis.—¿Esta todo bien, Freya?

—Esto es importante, Klaus.—Musitó Seis.—Lo que te voy a decir es muy importante y bastante serio.

—Bueno, Solecito, soy todo oídos. Por cierto, ¿Donde está Cinco?

—Con Vanya.—Respondió sin querer dar mas explicaciones. Seis tomó la mano de Klaus entre sus manos y le sonrió con tristeza.

—Debo confesar que ahora estoy asustado, ¿Que es lo que esta pasando?

—Klaus, antes que nada quiero pedirte una disculpa—Comentó sin apartar la mirada de sus ojos.—, por irme aquel día. Sabía que yo era muy importante para ti y aún así no me importo y me fui.

—Esta bien, eso ya paso, ya no tiene importancia. Ahora estas aquí, de nuevo, eso es lo importante. Vamos, Solecito, sabes que no me gusta verte triste.—Klaus frunció sus labios tomándola de la barbilla para que lo mirara.—Te disculpo pero dime ¿A que viene todo esto? Bueno, tal vez sea por mi comportamiento de hace unas horas y creo que yo soy el que debe pedir la disculpas aquí.

Seis soltó una risa y negó dejando pasar aquel tema.—Aquél día cuando Cinco y yo nos fuimos, cuando ya nunca volvimos, cuando nos quedamos atrapados en el futuro, ¿Sabes que encontré, Klaus?—Klaus abrió la boca para responder pero antes de que pudiera hacerlo, Seis había puesto su mano en su boca.—Nada, Klaus. No... no encontramos nada.


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Cinco, ¿Donde estamos?—Seis pregunto un tanto asustada, sin soltar la mano de su hermano mellizo.

—No lo... no tengo idea.—Negó su hermano dándole un apretón a su mano a la vez que miraba todo a su alrededor.

—Quiero regresar a casa, Cinco, Quiero regresar con Klaus.

—Hey. Mírame, Seis.—Ordeno su hermano mayor, solo por doce minutos, tomándola de las mejillas.—Tranquila. Yo te protegeré. Haré todo lo que le sea posible para poder volver a casa ¿Si?

—Bien.—Asintió aguantando las inmensas ganas de llorar que tenía. Dios, se sentía tan débil.

Cinco y Seis caminaron un par de horas, buscando alguna señal de vida, alguna casa que no estuviera en ruinas pero era imposible. Cinco se acerco a la máquina expendedora en mal estado de periódicos, saco uno de ellos e inmediatamente llevo su mirada a la fecha y año en el que estaban.

—¿Que pasó aquí?—Susurró Seis sin dejar de mirar las ruinas a su alrededor.—¿Es el fin del mundo?

—No... Si, no lo se.—Cinco le respondió a pesar de que sabía que Seis se lo preguntaba a si misma.

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—Al parecer y hasta donde pude ver, mi hermano y yo éramos las únicas personas vivas.—Dijo entre un murmullo.—No supimos que paso, que aniquiló a la especie humana. Pero si nos enteramos de otra cosa.

—Espero que alguna de solución.

—No, bueno, algo así.—Se encogió de hombros no muy segura.—La fecha en la que ocurre.

—Pero—trago con fuerza, sabía que por el rostro sin una pizca de sentimientos de Seis, era verdad todo lo que decia.—sabemos como detenerlo ¿Cierto? Digo, tenemos habilidades extraordinarias. Como tu dices. Podemos detenerlo, ¿Cierto, Solecito?

Seis bajo su mirada soltando una risa vacía.—Klaus, el mundo se acaba en ocho días. Y ni Cinco ni yo sabemos como detenerlo.

—Mierda.—Soltó Klaus arrugando su entrecejo dirigiendo su mirada a Ben.

—Ella esta diciendo la verdad, Klaus.—Aseguró el.

—Ya lo se.—Susurró sin que Seis alcanzara a escucharlo.

—Y también esta herida.

Klaus llevo inmediatamente su mirada al brazo de Seis, y confirmo lo que Ben ya había dicho.—Bien. Siempre te he creído y esta vez no será diferente, pero si queremos salvar el mundo del Apocalipsis primero tenemos que curar ese brazo, Solecito. Lo necesitaremos.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora