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—Como lo habia dicho antes. Sr. Luther, los mellizos no han vivido aquí desde que eran unos niños.—Pogo le dijo, observando como Luther revisaba la habitación de Numero Cinco, después de haber revisado la de Numero seis.

—Si, lo se. Pero debemos advertirles. No saben del ataque. No saben que los buscamos.—Hizo saber con preocupación.—No sabe de...

—¿Que haces aquí?—Le pregunto Diego adentrándose a la habitación.

Luther se levantó del suelo, con incomodidad, pero tratando de lucir natural.—¿Sabes lo de mamá?

—Parece que obtuviste lo que querías, de un modo u otro, ¿no?

Luther le dio una rápida mirada a Pogo.—¿Me dirás lo que haces aquí?

—Busco a Seis y a Cinco.

—Oh. Déjame adivinar, los vas a salvar.—Comento con incredulidad.

—Es lo que hago. Imbecil—Musitó saliendo de la habitación.

—¿En serio? La ultima vez que vi, limpiabas pisos.

Diego se detuvo en seco. Se giro a Luther con su entrecejo arrugado.—¿Tu que haces, eh? Sentado en la luna por cuatro años, esperando órdenes como idiota.

—Chicos, esto no ayudará a la señorita Freya ni al joven Cinco.—Pogo interrumpió antes de que una pelea iniciará.

—Siendo un soldado leal, después de todo lo que te hizo papá.—Continuó Diego.

—¿Como salvarme la vida?

—No, me refiero a convertirte en un monstruo.

Luther apretó sus puños, aguantando las ganas de darle una paliza por respeto a Pogo. Alzo uno de sus puños y atravesó el ropero con el. No iba a pelear, no hoy.

—Ya no lo puedes ocultar mas, campeón.

—Fue una decisión difícil y la tomó.—Aseguró.

—Madura, Luther. Ya no tenemos trece años.

—Eso es lo que hacen los lideres.

—Te mandó solo a eso misión. Y casi te mueres.—Comentó alzando una de sus cejas.

—Al menos estuvo ahí. ¿Donde estabas tú? ¿Tu y los demas de esta famlia?—Le cuestionó, defendiendo a su padre a toda costa.—Se marcharon.

—Y gracias a dios que lo hice o habría terminado como tu.—Lo señaló.—Déjame hacerte una pregunta. Cuando ves esos programas de la naturaleza...

—Diego, por favor.—Regaño Pogo, siendo ignorado por los dos.

—¿Te excita?

—¿Que? ¿El también es un animal para ti, Diego?—Luther señalo a Pogo.

—No ha...

—¡Suficiente!—Exclamó Pogo, mirando con severidad a los dos hermanos. Los dos lo miraron con avergonzados.—Esta casa fue atacada. Apenas salimos vivos. Grace... no tuvo suerte. Sus hermanos están perdidos, ¿Y así es como reaccionan?—Cuestionó enojado.—Lleven sus tonterías a otra parte. Ahora.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora