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El funeral de Sir Reginald había llegado y ya todos se encontraban listos con sus sombrillas en alto y abrigados, debido a las gruesas gotas caían del cielo. Todos estaban en medio del patio trasero, formando un circulo, a unos metros de la estatua de su ya fallecido hermano, Ben.

—¿Pasa algo malo?—Pregunto la mujer rubia, Grace, su madre.

Todos dirigieron su mirada a ella. Allison fue la que respondió.—¿No recuerdas? Murió papá.

—Oh. Si, por supuesto.—Asintió Grace, bajando la mirada.

—¿Mamá está bien?

—Si. Si ella esta bien, solo esta cansada. Necesita carga.—Diego le contesto a Allison.

—Que sombrilla tan linda, me gusta.—Seis comento, observando con burla la pintoresca sombrilla que Klaus traía.

—La tome prestada de una niña de un parqué.—Le contesto Klaus soltando una risilla traviesa.

—Cuando tu estés listo, hijo.—Pogo hablo haciendo que Klaus y Seis salieran de su burbuja y dirigieran su mirada a el. Ni siquiera se habían dado cuenta en el momento en el que había llegado.

Luther asintió con una mueca y dio unos cuantos pasos adelante. Abrió la urna de Sir Reginald y tiro el contenido, solo dejando salir escasa ceniza. Klaus hizo una mueca recordando lo que había pasado ya hace unas horas en la sala, cuando había tirado la urna sin querer. La había tratado de llenar nuevamente con las cenizas de sus cigarrillos, pero no había dejado buenos resultados.

—¿Eso es todo?—Cuestionó Seis con sus cejas alzadas.

Luther la miro, balbuceando unos segundos y sintiendo vergüenza.—Habría sido mejor con viento.

—¿Alguno desea decir algunas palabras?—Pogo pregunto observando a cada uno de los hermanos. Todos se quedaron en silencio y unos cuantos apartaron la mirada.

—Yo.—La voz de Seis se escuchó entre la lluvia haciéndo que todos se girarán a ella con sorpresa e incredulidad, no creían haber escuchado bien. Pero era cierto, Seis frunció sus labios y apretujo el mango del paraguas en su mano.—Da igual, el viejo pudo haber sido un antipático de mierda pero nos cuido y creó que nos quiso a su manera... muy, muy a su manera y muy en el fondo de el, por supuesto.—Recalcó encogiéndose de hombros y sin apartar la mirada de las pocas cenizas que había en el suelo.—Y aunque algunas veces pudo haberse sobrepasado con sus entrenamientos o castigos, pienso que todo lo que hizo fue por nosotros. Así que le doy las gracias por qué debido todo eso pude tener control de mi misma, de mis habilidades. Que que en paz descanse el viejo sea a dónde sea que vaya.

—Muy bien, ¿Alguien mas?—Pogo miro a todos esperando a que alguien mas dijera algo, pero cuando vio que nadie mas tenía la intención decidió hablar el.—En todos los aspectos, Sir Reginald Hargreeves me hizo lo que soy ahora. Ya solo por eso estaré en deuda con él. Fue mi maestro y mi gran amigo. Y lo echaré mucho de menos.—Hizo un breve silencio.—Con su partida deja un complicado legado...

—Era un monstruo.—Le interrumpió Diego captando la mirada de todos. Klaus soltó una risa expulsando el humo de su cigarrillo.—Era una mala persona y un padre peor. El mundo está mejor sin él.

—¡Diego!—Lo reprendió Allison.

—Mi nombre es Número Dos. ¿Sabes por qué? Porque nuestro padre ni se molesto en ponernos nombre reales. Mamá tuvo que hacerlo.—Continuó Diego antes de pasar su mirada a Seis.—Estas muy equivocada, el no nos cuido y no nunca nos quiso, Sei... espera ¿recuerdas? Ustedes dos ni siquiera tienen un nombre.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora