THE GIRL | Klaus Hargreeves

30

—¡Luther!—Llamó bajando los escalones de la escalera velozmente.—Freya se fue ayudar a Cinco y a los demás. Y necesito que me ates para que pueda...—Klaus dejo de hablar y arrugó su entrecejo con incredulidad.—¿Estas bebiendo?—Luther le respondió dando un largo trago a su vaso.—Santísima mierda. Estas borracho.—Soltó una risa llena de diversión.—Y saqueaste los preciados licores de papá. Se pondrá furioso.

—Llámalo.—Le ordenó.—A papá. Ahora.

—Ya te lo he dicho ¿si? No puedo.

Luther se acerco a Klaus y lo tomo con fuerza del cuello.—Maldito desgraciado.—Musitó azotandolo en la pared.

—Luther, por favor.—Klaus pidió con un gran esfuerzo. Luther torció su boca y soltó a Klaus, dejandolo caer al piso en un golpe.—Dios mío. ¡Luther!—Lo llamo con enojo.—Obvió que lo intente ¿bien?, Dios sabe que lo intente pero es igual a como era en vida. ¡Un terco de mierda!

—Tiene que responderme por lo que hizo. Por enviarme hasta allá.—Hablo arrastrando las palabras y señalando arriba.—¡Lo sacrifiqué todo por el! Sacrifiqué toda mi vida. Nunca salí de la casa y jamas tuve amigos. ¿Todo para que? Para nada.

—No, no, no.—Negó Klaus acercándosele.—Escucha, solo relájate ¿bien? Cálmate. Puedo intentarlo de nuevo. No prometo lograrlo porque no estoy del todo sobrio pero... oye, basta. Hey, hey, hey, aflojale a eso, es suficiente.—Le dijo bajando su brazo y haciendo que Luther parara de beber.—Basta. Por favor, hermano. Animate fortachón.—Le sonrió dandole un leve golpe en su brazo.

—Está bien, vete.

—¿Por que no vamos con los demas?  Allíson te podria ayudar.—Le dijo tratando de convencerlo.

—No quiero.—Luther negó y se aparto como niño pequeño.—No quiero que me vean así. Además, solo los retrasaría. Están haciendo algo importante.

—Pero ¿de que estas hablando? Eres nuestro numero uno, ¿lo olvidaste?—Le cuestionó.—"¡Oh, capitán, mi capitán!"—Recitó logrando hacer reír a Luther. Klaus sonrió con victoria y se sentó a un lado de el.—¿Te acuerdas? Si, ¿verdad?—Río con el.

Pero el rostro de Klaus se deformó al mirar como la alegré cara de Luther se convertía en una triste y toda llena de lagrimas. Balbuceó unos segundos. Klaus no sabía que hacer, no sabía como consolarlo. Nunca lo había tenido que hacer. Y estaba seguro de que nunca tendría que hacerlo. Pero aquí estaba, consolando a su pobre y triste hermano.

—Luther.

—Diego tenía razon. Papá me mando a la luna porque no soportaba ver esto. Ver lo que me había hecho. En lo que me convirtió.

—No, no, no. Eso no es así.—Negó apartando la mirada llena de lastima.—Papá fue un hijo de puta hasta el final. Mira, si... si hay algo, alguna cosa que pueda hacer o...

—Quiero ser como tú. Quiero hacer lo que sea que tu haces.

—Oye, no. No quieres. Ni de broma.—Negó Klaus.

—Siempre pareces despreocupado, eso es justo lo que necesito. Quiero ser Numero Cuatro.

—Créeme, Luther. No. Quieres. Eso.—Negó tratando de convencerlo.—No quieres eso, Luther. No quieres. Lo que necesitas es, acostarte y dormir un poco. Te sentirás mejor por la mañana, ¿Si?

—Bien. Lo haré yo mismo.—Mencionó levantándose.

—¿Que? No. No, no, no ¡Luther!—Le llamo levantándose con rapidez y siguiéndolo.—Luther, no puedo dejarte...

Luther empujó a Klaus, botandolo lejos y dejándolo muy adolorido en el suelo. Luther era muy terco cuando se lo proponía.

—Mierda.