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—Ya lo venía venir, después de pasarme lo mejor de mi vida, tenía que pasar algo malo para contrarrestarse. Yo no pedí cilantro.—Se quejo mirando con repulsión el burrito que recién había pedido.

—¿Oíste disparos?—Preguntó Ben alejándose del carro del puesto y pasándo de Klaus, quedando frente el teatro.

—¿Qué?

Y tal y cómo lo había dicho Ben. Los disparos dentro del teatro no cesaban. Klaus se protegió por instinto y soltó una gran maldición cuando vio como Cha-Cha se encaminaba por la calle hacía, probablemente, el teatro. De inmediato Klaus y Ben se escondieron detrás de la camioneta, aunque a Ben nadie más que su hermano pudiera verlo.

—Es hora, cabron, ¡es hora!—Dijo lanzando su burrito al suelo y apresurándose hacía el teatro.

—¿Que hay de los disparos?—Ben le cuestionó siguiéndolo.

Klaus negó sin darle importancia.—Vamos, hombre, estamos vigilando.

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—Cinco, qué... pensé que nos habías abandonado.

—Tenía algo que hacer, y además, nunca me iría sin mi hermana.—Negó bufando con obviedad.—Esto no es bueno.

—Conoces a estos tipos, ¿cierto?—Le dijo Diego, más que nada como una confirmación.

Cinco ignoro a Diego y de inmediato llevo su mirada preocupada a su hermana.—Seis, Seis ¿estás bien? ¿te encontraste con ése loco?

—Por supuesto. El y yo tuvimos un lindo reencuentro, uno que espero le deje las malditas bolas hinchadas.—Siseo con una sonrisa cínica y alzó su dedo pulgar.

—Bueno, bueno ¿y ahora qué?

—Estamos jodidos.—Mencionó Cinco mirando a todos lados. Seis hizo lo mismo, dándose cuenta que ahora había lo triple de hombres.

Todos soltaron una maldición cuando dos de los soldados entraron por la puerta de atrás y comenzaron a dispararles, pero Diego había sido más veloz y antes de que pudiera herirlos, el había acabado con ambos.

De esa misma puerta, instantes después, entró Klaus agitando las manos por el aire.

—¡Chicos, es Cha-Cha!—Exclamó saltando por las butacas que los alejaba.—¡Es Cha-Cha, ella...!

—¡Klaus! ¡Abajo!—Le gritó Luther advirtiéndole y Klaus obedeció antes de que los soldado que estaba a cuatro butacas le dispararan.

Cinco y Seis se miraron cómplices y desaparecieron para aparecer sobre los soldados que estaban más cerca de ellos y atacarlos. De nuevo los disparos comenzaron a escucharse, pero está vez en dirección a los mellizos y el preocupado grito de Luther por Cinco y Seis resonó por los oídos de todos.

Afortunadamente siquiera una bala había rozado a los mellizos, debido a que, aparte de que se habían escondido entre butacas, tambien se habían cubierto con los cuerpos de los soldados.

Estaban acorralados, no había salida, ni siquiera podría asomarse para ver si los mellizos se encontraban bien y ellos no ayudaban, pues ya ni pío hacían.

El corazón de Klaus se paró pensando lo peor de inmediato. Un gran enojo y una extraña fuerza se apoderó del el, haciendo aunque una brillante luz azulada se asomara de sus manos. Klaus se levantó del suelo sin sentir una pizca de miedo y pronto de él salió la transparentosa silueta azulada y brillante de su hermano, Ben, el cual abrió su chaqueta, dejando salir de su pecho unos largos y fuertes tentáculos, atacando y acabando con la mayoría de los soldados que disparaban.

THE GIRL | Klaus HargreevesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora