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No puedo quedarme atascado,
en tu tormento;
no puedo ponerme ya los guantes
para defender tu esquina
después de que ya he tirado la toalla por la mía.

No puedo quedarme.

No puedo quedarme
de brazos cruzados toda una vida
de condenación en la que pude haber
sentido el paraíso en mis manos...

Justo donde te tuve;
justo de donde partiste.

Esperando que tu recuerdo se vaya,
por arte de magia así de
rápido como tú;
que tú olor se pierda en el viento
tan rápido como tú voz.

Pero, perdón si yo no puedo quedarme.

Roma. © II EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora