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Prometí.

Te prometí estar siempre para ti,
por mucho que me pese en la consciencia,
me pesaría más perderme
otra vez en un camino interminable
que juré haber recorrido varias veces por inercia;
en unos ojos que me veían
y me hacían querer
quedarme a vivir en ellos,
en una piel tan suave
como el terciopelo
y unos labios dulces como la miel.

Pero no podré cumplirlo.

No podré quedarme
a ver cómo mi alma se pierde
dentro de mi cuerpo,
no me quedaré a sentir
que vivo cuando estoy muerto.

No me quedaré a vivir del sueño
cuando te tenía despierto.

Y me prometí a mí mismo
no prometer en los que esté contento
ni tomar decisiones
cuando esté molesto.

Roma. © II EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora