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Pulmones.

Éramos como dos trozos de chocolates,
juntos, sin pensar en lo dulce que
éramos, eso no importaba.

Nos comíamos con la mirada
Y nos devorábamos a besos
sin pensar en el daño que nos haríamos;
nos fusionamos tantas veces
sin tomar en cuenta lo difícil que sería separar
dos energías que ahora eran una sola.

Te fumaba como cigarrillo
en mis madrugadas,
Te tomaba como café
en mis mañanas y la miel de tus labios
arrasaba con cada rastro amargo
que quedaba en mi lengua.

Eras el vicio que calmaba mi ansiedad
aunque fuera de momento,
eras la cura para mis males
pero me acostumbré a necesitarte
tanto que cuando no sentía tu aroma a piña
recostado en mi pecho, Roma,
moría asfixiado porque olvidaba como respirar.

Por eso estoy muerto,
mis pulmones se atrofiaron
y gracias a tu ausencia dejaron de funcionar.

Roma. © II EN FÍSICO Donde viven las historias. Descúbrelo ahora