Capítulo 8

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— No mi amor, no estoy con nadie más —explicó por décima vez—. Ella sólo estaba bromeando ¿No es así, Grace?

— No, no es así.

Rodé los ojos cansada, Clarke sólo se limitaba a reírse de la situación. Había puesto en un muy buen aprieto a mi mejor amiga pero se lo merecía por traidora.

— Eres mala cariño.

Sentí el aliento de Clarke en mi cuello y no pude evitar estremecerme, había algo en este hombre que hacía que cualquier movimiento o palabra que provenga de él te resulte malditamente provocadora.

— Y eso me encanta —siguió—.

Me atreví a mirarlo, sin embargo él estaba distraído con la escena de la parejita. Sus ojos mieles reflejaban sus largas pestañas haciendo imposible no deslumbrarse con algo tan simple como eso.

Loca.

Me estaba volviendo loca.

— Pero amor, ya te lo dije, Grace sólo lo hizo para vengarse.

— ¿Por qué simplemente no aceptas que tienes a otro y ya? Sólo dime que ya no me quieres y se acabó.

Drama King.

— No, nada de eso mi Tomtito.

No pude evitar reírme por el tonto apodo. Literalmente.

Pero ya creo que tuve suficiente.

— Bien, ya basta —me interpuse entre ellos—. Tom, sólo bromeaba, Jane no puede dejar de hablar de ti en todo el día, ya sé hasta a qué hora vas al baño.

— ¡Lo ves!

— ¡Ahora resulta que le cuentas a todos de mis problemas de estreñimiento!

Dejé que una carcajada saliera de mi garganta.

— Eso es información nueva hasta para mí —dijo Clarke a mi lado—.

Me sequé una lágrima imaginaria mientras veía como los enamorados se daban un abrazo en son de paz.

— Uy no, estos ya van a empezar con sus meloserías, mejor me voy —rodé los ojos—.

— Te llevo a casa —lo miré—.

— Gracias por la oferta pero prefiero ir caminando, o en un burro.

— ¿Por qué tan a la defensiva?

Porque me empiezas a parecer lindo, por eso.

— No lo estoy.

— Si lo estás. 

— Ya te dije que no —me crucé de brazos—.

— Lo ves, si lo estás.

— Dime qué haces aquí.

— Vine a verte.

Sentí mis mejillas enrojecer ¡Ya me había tardado!

— Bueno, ya me viste ¡adiós!

— Hey, hey —me tomó del brazo antes de poder escapar—. Déjame llevarte a casa ¿Está bien?

— Ya te dije que...

— Sí, sí, el burro, perro, lo que sea, no aceptaré un no por respuesta.

Hice una mueca, no podía escapar de esta y mis ganas de ir con él eran tan fuertes como las ganas que tenía de comer tomates.

Odiaba los tomates.

— Es que... —alargo para inventar algo—. No voy a casa.

— ¿A dónde vas? No tengo problema en llevarte.

MATRIMONIO EN LAS VEGAS [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora