Capítulo 9

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Rodé los ojos fastidiada, Clarke sabía cómo comprar a las personas y mis padres no eran la excepción, desde que le mencionó a mi papá que era ingeniero civil se habían metido en una profunda conversación sobre el mundo de la construcción, materiales, y edificios famosos.

Mi padre no me había visto en un mes y prefería mil veces hablar con un desconocido que con su hija y estaba raramente enojada por eso. Me sentía como el extra de una película, estaba sentada en un sofá viendo cómo no paraban de hablar y sonreían cuando concordaban en algo. Se suponía que mi padre debía -mínimo- echarlo de la casa.

Se supone que es el novio de tu hija ¡Dios!.

Suspiré y me encaminé a la cocina, buscando algo qué hacer mientras la conversación incesante de aquellos hombres llegará algún día a su fin.

— ¿Puedo ayudarte en algo, mamá?

Mi mamá se secó las manos en su delantal y se acercó a mi con un rostro cálido, mi corazón saltó feliz porque realmente la había extrañado demasiado.

— No cariño, tú sólo relájate, ya me hacías falta.

— Y tú a mi —la abracé—. Pero igual te ayudaré.

Me acerqué a la olla para ver los fideos hervir.

Tomé vegetales para empezar a cortarlos.

— Al parecer tu papá y ese chico se llevan muy bien ¿no es así?

— Sí eso creo, me han dejado en segundo plano.

— ¿Cómo lo conociste? —me miró fijamente—. Parece un buen chico.

Sólo parece, no te confíes.

— Es mi jefe, he empezado a trabajar en su empresa de construcción como pasante.

—  ¿Ya son novios?

Pufff, ya hasta estamos casados. Si supieras.

— No, no. Sólo... Es complicado —negué suspirando—.

— Me cae bien —alzó los hombros—.

Paré de picar y miré a mi mamá seriamente, en otra situación eso me encantaría pero todo es una farsa, no quería que ellos se encariñaran con algo que no pasará de ninguna manera. Apreté los labios sabiendo que no podía decir la verdad, odiaba ocultarle cosas a mi familia pero era mejor de esta manera.

— Sí, a mi también, a veces —le guiñé el ojo—.

Cuando la comida estuvo lista empezamos a servirla en la mesa, puse cada cubierto en su lugar mientras esperaba que los hombres vinieran a comer.

Una vez todos sentados comenzamos a devorar todo lo que se encontraba en la mesa.

Había extrañado muchísimo el toque mágico que mi madre le ponía a cada plato que preparaba, era como eso a lo que llaman amor pero mucho mejor.

— Esto está realmente delicioso —mencionó Clarke—.

Antes de que alguien más pudiera hablar escuchamos como la puerta se abría. Tragué un fideo nerviosa. Si había una persona que odiaba a cualquier ser con pene cerca de mi ese era Nathan, mi hermano.

— ¡Hola familiaaaaa! ¿de quién es ese carro que está allá afue...?

Sus ojos verdes como los de mi padre se encontraron con los de James.

— ¿Y tu quién ra...

— ¡Nat! —interrumpí mientras iba a darle un gran abrazo, su perfume masculino se filtró por mi nariz—. Te extrañé tanto.

— Y yo a ti, mocosa. Debo admitir que fue un buen intento pero no vas a quitar mi atención del simio andante ese —me susurró al oído—.

Me apretó por última vez y me soltó, caminó decidido hacia Clarke, este lo seguía con la mirada mientras tragaba en seco, era la primera vez que lo veía de esa manera y no pude evitar reírme.

— Hola, soy Nathan "tu pesadilla" Davis, hermano de esa preciosura que ves ahí y la verdad no me importa cómo te llamas pero si le haces algo te mato ¿está claro?

James Clarke pestañeó sin saber qué decir atinandole sólo a asentir con la cabeza. Mi hermano sonrió divertido y tomó asiento frente a él listo para almorzar con nosotros.

Oh hermanito, no sabes cuánto te amo.

Me volví a sentar y luego de un pequeño silencio incómodo Nathan carraspeó listo para poner en aprietos a Clarke.

— Y dime, simio ¿en qué trabajas? ¿cuánto ganas?

— Nathaniel, no empieces —le dijo mamá—.

— ¿Qué sucede? Yo sólo quiero conocer a "mi cuñadito".

— No se preocupe —habló Clarke limpiándose los labios con una servilleta—  Soy el presidente de una empresa de construcción y mi sueldo depende de la temporada a veces millones a veces unos cientos de miles.

— Vaya, tenemos un chico rico.

Uf, riquísimo.

Carraspeé un poco incómoda por pensar eso cerca de mis padres llamando la atención de todos, que vergüenza.

— Y seguro lo único que quieres es follarte a mi hermana ¿cierto?

Todos en la mesa regresaron a verlo con los ojos fuera de su órbita por sus repentinas palabras, nadie se lo esperaba.

— Nathan, ya basta —lo regañó mi padre—.

— Esperen —interrumpí a mi hermano antes de que esto se haga más grande-—. Creo que te estás pasando Nathan, entiendo que quieras protegerme pero ya no soy una niña, tengo diecinueve años.

— ¿Y? Tú no puedes tener novio hasta los cuarenta y cinco años, ¡peor mantener relaciones sexuales!, no dejaré que ningún imbécil te dañe. Si mi papá si quiere darle cariñitos a ese simio es su problema pero yo no consentiré esto.

— ¿Podrían, por favor, no hablar como si no estuviera aquí? —susurró Clarke—.

— No —dijo cortante mi hermano—. Me caes mal y siempre lo harás.

— Supongo que mientras le agrade a tu hermana no existirá ningún problema, en realidad no eres tu al que voy a besar.

¡Y ahí está el Clarke que conocí!

Pero hubiera preferido que no lo dijera.

Además que ni siquiera me cae bien. Puff, idiota.

— ¿Qué dijiste?

Vi como las fosas nasales de mi hermano comenzaban a dilatarse, odiaba cuando pasaba eso, significa que está muy, muy enojado.

— ¡Nathaniel Christopher Davis! —lo regañó mi madre—. O te comportas o te hago comportar.

— Mamá, ya tengo 21 años.

— Mi casa, mis reglas.

Cuando mi mamá lanzaba "la mirada" nadie, absolutamente nadie se atrevía a contradecirle, incluso mi padre.

— Yo creo que mejor me voy —dijo Clarke—.

— ¡No! —lo miró mamá—. Termina toda la comida.

Todos agachamos la cabeza como niños chiquitos y empezamos a comer rápidamente, mamá estaba muy enojada.

Solté una pequeña risita, extrañaba a esta loca familia.

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Jeloooouuu.

¿Les está gustando la historia? Quisiera conocer su opinión.

Besitos chocolatosos para todos, bye.


MATRIMONIO EN LAS VEGAS [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora