Capítulo 16

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— Oh... Ya decía yo que era lo que estaba sosteniendo —su mano apretó el lugar—. Están grandes.

— ¿Qué...e?

Me mordí la lengua para evitar soltar un gemido. Esta era la primera experiencia de este tipo que tenía en mi vida y no pude evitar sentirme nerviosa. Al parecer él se dió cuenta y bajó lentamente su mano hasta mi cintura.

— Relájate —susurró—.

Por segunda vez en la noche sus labios volvieron a tomar los míos, siendo suave porque aún mi labio estaba algo hinchado.

Un trueno hizo que me sobresalte y separe nuestros labios.

— Creo que deberíamos ir a dormir —dije sonrojada aunque él no podía verme—.

— ¿Juntos?

Casi pude ver un guiño en la poca luz que entraba por la ventana.

— Nop.

Al intentar levantarme me tomó por el brazo y me obligó a sentarme. A él le encantaba zarandearme de esa manera.

— Mejor hablemos.

— ¿De qué quieres hablar?

— No sé, tal vez un juego, ese que les encanta a ustedes, el de las diez preguntas.

— Demasiado cliché para mí.

— Tenía que suponer que no eras normal, desde que no cediste a mis encantos.

Reí, él lograba ser demasiado engreído y seguro con sí mismo. Me preguntaba cuántas chicas habían caído por todo lo que Clarke representaba: rostro y cuerpo perfecto, coquetería, sensualidad y... dinero.

— Está bien —accedí—. ¿Qué quieres saber?

— ¿Cuántos novios has tenido?

— Oum —fingí contar con mis dedos—. ninguno

— No te creo.

¿Tan difícil es creer que en pleno siglo veintiuno una chica de diecinueve años no hay tenido novio?

— Pues así es —alcé los hombros—. Nunca me interesé por algún chico.

— ¿Eres lesbiana?

— ¡No! —grité—.

— Sólo bromeaba, te toca.

Pensé bien mi pregunta.

— ¿Y tú? ¿Cuántas novias has tenido?

— Ninguna.

— Estás mintiendo —dije entrecerrando los ojos—.

— No, yo... Nunca he tenido novias, sólo chicas para una noche o bueno... Más noches.

Alcé una ceja, debí suponerlo.

— Te toca —susurré—.

— ¿Fui tu primer beso?

Reí.

— No, eso no, hubieron más.

— Pero seguro mis besos son mejores ¿Cierto?

Uff.

— Me toca —esquivé el tema—. Veo que tienes mucho dinero, ¿Por qué no puedes usarlo y pedir que te den la visa?

— No se me da la corrupción —entrecerré los ojos—. ¿Recuerdas al hombre que salió de mi oficina?

— Sí.

— Es mi hermano, bueno, medio hermano —sonrió incómodo—. Somos hijos de diferente madre, él nació aquí en Estados Unidos y yo en Italia.

MATRIMONIO EN LAS VEGAS [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora