Mis piernas queman por correr, no me detengo, aguanto el ardor hasta que mis pulmones duelen por la falta de aire. Tomo respiraciones profundas, me doblo por la mitad y apoyo las manos en mis rodillas. Se siente bien perder el aliento, te recuerda que sigues vivo.
Llevo por lo menos treinta y cinco minutos rodeando el mismo parque, una y otra vez, sin detenerme. Creo que es hora de volver a casa, a pesar de que la euforia todavía sigue en mi cuerpo. El cielo ya está oscuro, esa es mi señal para regresar.
No tardo mucho en llegar, el auto de mi padre ya está afuera. Apenas entro, un torbellino de cabello rubio viene hacia mí.
—Cariño, ya está lista la cena. —Ella sonríe con dulzura.
—Tomo una ducha rápida y bajo.
—Pondremos la mesa.
Subo las escaleras con lentitud porque mis piernas duelen, todos mis músculos están duros y tensos, estas últimas dos semanas he hecho demasiado ejercicio, de alguna forma tenía que sacar toda la ansiedad que me dejó esa deliciosa aventura.
El recuerdo de Willburn siempre logra que la adrenalina haga estragos en mí, y como pienso regularmente en sus manos torturándome, tengo que ejercitarme. No pienso buscarlo, y como él tampoco lo ha hecho, supongo que ya ha terminado. Me parece bien, pues siento que me estoy desintoxicando, si ese es el efecto de una noche, no quiero imaginar lo que sucedería si hubiera más.
Abro el agua caliente, me gusta que queme mi piel y que el humo se concentre en el bañito. Me quito la ropa y me meto al agua hirviendo. La sensación me tranquiliza, muevo el cuello debajo del chorro y cierro los párpados. No los vuelvo a abrir, bañarme siempre es difícil para mí, es una tortura.
Respiro hondo para calmarme y no perder la calma. Agarro el champú, no se me dificulta encontrar la botella, no necesito ver para saber dónde están las cosas. Enjabonarme es el problema. Aprieto los dientes hasta que me duelen, hasta que creo que van a tronar, casi puedo escuchar el rechinido.
No permito que mis pensamientos me arrastren. Yo le temo a muchos monstruos, pero el más aterrador es el que miro en el espejo todos los días, soy yo, lo que hay en mi mente, lo que no me atrevo a recordar, lo que viene de vez en cuando y amenaza con destrozarme. A veces pienso que soy cobarde, y otras me importa una mierda.
Mis manos se mueven por todo mi cuerpo, se llevan el sudor y la suciedad, una mezcla de la nueva y la que no se despega por más que talle. Hago una mueca de dolor y las lágrimas empiezan a caer, no me doy cuenta de cuándo empiezo a castañear los dientes, no es por frío, es porque tengo miedo.
Mis dedos temblorosos enjabonan, se deslizan por mi piel y casi puedo sentir los golpes, no hay nada ahí, pero mi mente se confunde y revive los morados, el dolor, las magulladuras. Las cicatrices no se pueden ver, pero están ahí, y son horribles, son aterradoras.
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Maldición Willburn © ✔️ (M #1)
RomanceEn las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldición. * * * Giselle está rota, tiene cicatrices, pesadillas y un pasado que no puede recordar. Sus padres adoptivos le dieron un hogar, pero...