Capítulo 07

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Rome sale de la piscina y obtiene una de las mejores puntuaciones, la universidad se pone de pie para aplaudirle y gritar su nombre. El orgullo llega a mi pecho. Es muy talentoso, estoy segura de que si se lo propusiera llegaría lejos, él es un pez, pero detrás de ese semblante fuerte y amable, hay un chico asustado. Jamás se arriesgaría, así que se va por lo seguro.

El gentío empieza a descender de las gradas, nosotras nos ponemos de pie y caminamos por el carril de nuestra fila para encontrar la salida.

—¿Vas a ir? —pregunta Avs.

Desde que llegamos no han parado de pedirme que vaya a la fiesta para celebrar el triunfo, una vez más niego con la cabeza. Ninguna puede entenderlo, es que nunca les he explicado y no creo que vaya a hacerlo.

Cuando salimos del gimnasio, mi celular vibra dentro del bolsillo trasero de mi pantalón. Reconozco el número, no dudo en tomarlo.

—Hija, ¿cómo estás? —Esbozo una sonrisa al escuchar a mamá. Esta mañana no pude saludarla, cuando bajé a desayunar ya se había marchado.

—Muy bien, ¿y tú?

—Estoy en el trabajo y pensé que podíamos ir a cenar, ¿qué te parece?

Mi sonrisa se ensancha.

—Me encantaría, tal vez podamos ir al italiano que le gusta a papá, ya sabes que él es feliz comiendo pasta.

—Buena idea, llamaré para hacer una reservación. —Hace una pausa y luego continúa—. Llevaré los álbumes de la familia, así podemos revisar las fotografías y hacer una selección para la ceremonia de Lili.

Mis comisuras caen, mi ánimo también.

¿Por qué otro motivo iba a querer pasar tiempo conmigo? Lo único que le importa es ella, desea que hablemos y pasemos el rato juntas para charlar sobre la alegría de Lilibeth mientras vencía el cáncer, me va a contar una vez más que hacía que todos los niños rieran, que sufría en silencio para que los demás no lloraran, que la gente la amaba tanto como para sacrificar su felicidad. Y eso estaría bien si no me hiciera recordar que mi niñez fue una mierda, que era una chiquilla a la que nunca amaron. Las cicatrices no solo están en mi piel, también las llevo en el alma.

Yo no me involucro en las fiestas de Lilibeth, Romina se encarga de todo, no sé por qué ahora piensa que quiero participar, pero no es así.

—Creo que no podré hoy, mamá, olvidé que tengo que preparar algunas cosas para Bridgeton —miento—. ¿Podemos dejarlo para otro día?

—Oh —suelta, confundida—. De acuerdo, cariño.

Termino la llamada antes de decir otra cosa y me duele el pecho por haberle colgado de esa forma. Ella no se lo merece, ella necesita a alguien que quiera ver fotografías y se ría de las cosas que no pudo ver.

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora