No sé por qué me decepciona no ver la camioneta de Willburn en la entrada, la cochera está vacía, solo hay una bicicleta medio oxidada en una de las esquinas, una muy cercana a la entrada, se ve que no la han tocado en años, como esas cosas viejas que dejas en un rincón de la casa y se te olvidan al grado de que nunca más vuelves a buscarlas. Conozco a alguien que mataría por tenerla, Henry amaría esa bicicleta porque le gusta reparar cosas descompuestas, está aprendiendo mecánica en el taller de Bridgeton.
Las luces están encendidas. Ignoro la sensación de decepción revisando mi maquillaje en el espejito del parasol y salgo del auto antes de que el arrepentimiento me embargue y me largue. No hay ninguna buena razón para estar aquí, a pesar de que Kealsey y toda la hermandad me caen bien.
Sin embargo, en el fondo sé que no estoy aquí por ellos, tengo la esperanza de tener otra plática igual a la que Willburn y yo tuvimos la última vez. No sé qué estoy haciendo, es como si no pudiera pensar con claridad cuando se trata de él, no hay coherencia ni raciocinio, solamente unas ganas ridículas de verlo otra vez. Tal vez me estoy obsesionando, quizá ya estoy obsesionada.
No es necesario tocar, la puerta se abre y mi puño se queda suspendido en el aire. Creo que alguien tiene buen oído y escuchó cuando llegue, lo que quiere decir que me vio mientras tenía una plática conmigo misma, o solo pasaba por la ventana y se percató de mi llegada.
Regina se ve muy emocionada, no la he visto mucho, pero parece alguien tranquila. En este momento se ve hasta exaltada. Busco en sus ojos a ver si tomó algo, ni loca me quedaré si encuentro un rastro de sustancias ilegales, pero solo veo brillos y destellos de felicidad. Ella es menor que nosotras, eso creo, lo esconde muy bien por su altura y las curvas que ella se empeña en mostrar, pero en su rostro aún hay un tinte de inocencia. Parece una niña a punto de recibir un dulce.
—¡Venga! ¡Tenemos el tiempo contado! —exclama.
Regina me agarra de los hombros y me jala con violencia para que entre. Después de cerrar la puerta la sigo por el pasillo, repaso su coleta de trenzas que rebota en su espalda cada vez que da un paso. Luce como una de las tantas facetas de Christina Aguilera.
—¿Por qué estás tan emocionada? —pregunto.
Me da una mirada por encima de su hombro.
—¿Cómo sabes que estoy emocionada?
—Se te nota en la cara.
Me responde bufando. No dice nada hasta que me descubre escaneando el sitio, intento fingir que no lo estoy buscando, pero es demasiado listilla, esboza una sonrisa de lado y se detiene de forma abrupta frente a una puerta que conozco.
—Está en su habitación —dice.
—No sé de qué estás hablando.
—A ti también se te nota en la cara.
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Maldición Willburn © ✔️ (M #1)
RomanceEn las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldición. * * * Giselle está rota, tiene cicatrices, pesadillas y un pasado que no puede recordar. Sus padres adoptivos le dieron un hogar, pero...