Capítulo 18

115K 10.8K 6.8K
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Estamos reunidos en la puerta de la salida, cerca del estacionamiento.

Ushio está callada, desvía la vista y saca el celular en repetidas ocasiones para fingir que no le afecta la presencia del chico que está rodeando mis hombros y bromeando sobre su fin de semana de cacería, como él lo llama. Sé que Rome lo está haciendo a propósito, y me molesta, quiero sacármelo de encima y pedirle que se vaya. Avril se le queda mirando como si quisiera lanzarle dardos. Creo que todas coincidimos en que se está comportando como un patán.

Alguien se aclara la garganta, no me hace falta que Ushio lo diga en voz alta, la aflicción está en su cara.

—Tengo que irme, iré a comer con mis padres —dice—. Los veo luego.

Se va antes de que pueda despedirme.

—¿Qué demonios, Rome? ¿Qué carajos te pasa? —pregunta Avril.

—No sé de qué estás hablando —responde, encogiéndose de hombros.

Avril y yo nos miramos. Yo entiendo a Rome, comprendo que no quiera abrirse, que deseé mantenerla alejada, a veces alejar a las personas cuando sabes que puedes destruirlas es la prueba de amor más grande que existe. Sin embargo, una cosa es rechazarla y otra muy diferente es herirla. Si la quiere proteger, al final no lo logrará porque acabará de la misma manera, rota.

Un motor ruge y una camioneta que reconozco se detiene de golpe frente a nosotros. Mi corazón da un vuelco, me muerdo el labio inferior cuando la puerta trasera se abre. Me está esperando.

Ayer nos besamos y fue una explosión, como si hubiéramos pasado años deseando saborearnos. Me devoró la boca con tanta intensidad que todavía puedo sentir las ráfagas de su aliento perdiéndose en mi boca.

—Me voy —digo y doy un paso. El brazo de Rome cae.

—Por todos los cielos —susurra Avril—. No nos has contado nada, infeliz.

—¿Qué? ¿Quién es?

—Willburn —contesta Avs.

Rome ruge y agarra mi codo antes de que pueda seguir caminando, me da un jaloncito que me tambalea.

—¿Qué te pasa? —le pregunto arrebatándole el brazo.

—¿Por qué vas a ir con él, Elle?

—Es mi amigo.

—Es el jodido Willburn, el de las calles, es parte de una pandilla que tiene problemas no solo con la policía, también con gente peligrosa. No te mereces esto, Elle.

—Tú no los conoces —digo entre dientes.

—¿Y tú sí? ¿De verdad? ¿Me vas a decir que confías en esas personas? Tu juicio está fuera de control, poner en riesgo tu vida de esta manera es como lanzarse frente a una locomotora, Elle, va a acabar contigo. —Lo que ha dicho ya es bastante malo, pero él no ha acabado—. ¿Te está dando drogas? ¿Por eso estás con él?

Maldición Willburn © ✔️ (M #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora