La noche del día siguiente mis padres y yo estamos reunidos en el comedor después de cenar. Me recargo en el respaldo de la silla y observo a mamá. Está hablando sobre la fiesta de Lili, sigue con los preparativos, al parecer están terminando ciertos detalles, quiere dejarlo todo listo con meses de antelación. Por lo que cuenta, será una réplica del día en el que la despidieron, habrá fotografías, globos e invitarán a los niños que convivieron con ella durante las quimioterapias.
Cuando ella detiene su discurso, me disculpo y me pongo de pie. Casi corro al jardín, necesito respirar. Una vez que estoy afuera, me siento en la banquita y suelto el aire.
Adoro venir aquí, sobre todo cuando llega la noche y se escucha el murmullo de los grillos, puedo ver el cielo, aunque no se alcanzan a ver las estrellas desde este lugar. Me ayuda a relajarme.
Minutos después sale papá, me regala una sonrisa al tiempo que se sienta junto a mí. Recargo la cabeza en su hombro casi de inmediato, su respiración pausada me tranquiliza más. Papá casi siempre huele a hospital, pero hoy no fue a trabajar, huele a champú. Decir que lo admiro es poco, se convirtió en mi héroe la primera vez que fui a su trabajo y vi cómo lo miraban los niños, llenos de alegría y cariño. Es bondadoso y tiene un corazón enorme.
—¿Cómo están los niños en Bridgeton? —pregunta—. ¿Y la colecta?
—Genial, creo que será un buen año, los niños estarán felices, ya quiero ver sus caras cuando vean los regalos en Navidad. Hemos recaudado más que otros años y todavía falta la fiesta de Krystal y salir a las calles con los botes.
—Admiro mucho el entusiasmo y la pasión que le pones a lo que haces, esos niños necesitan amor, necesitan amigos, y tú estás ahí para ellos. —No digo nada porque sus palabras me han sorprendido. No sé si se da cuenta, pero cambia de tema—. ¿Estás segura de que todo está bien? Has pasado muchos días fuera de casa últimamente.
—Creo que conocí a alguien que me hace sentir bien.
—¿Ese chico del que me hablaste por teléfono?
—Sí.
—¿Cómo es él?
—Pues... Creo que se preocupa por mí, hace unos días tuve una pesadilla y él me preparó chocolate caliente.
El cuerpo de papá se relaja como si hubiera estado preocupado.
—¿Así que chocolate caliente...?
—Sí, es una locura, ¿no? —Suspiro—. Va a la universidad, está estudiando Negocios y le gusta tomar fotografías.
No le digo que pertenece a Blacked porque no quiero que sufra un ataque de histeria, no creo que a mis padres les agrade la idea de que conviva con ellos, ni siquiera me darán tiempo para explicarles que son buenas personas. Y no porque juzguen a otros, es porque les preocupa quién se relaciona conmigo.
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Maldición Willburn © ✔️ (M #1)
RomanceEn las calles se cuenta una leyenda: Rowdy Willburn no sabe querer porque ya no tiene corazón, es una maldición. * * * Giselle está rota, tiene cicatrices, pesadillas y un pasado que no puede recordar. Sus padres adoptivos le dieron un hogar, pero...