Capítulo 8. La pequeña revelión de Petra.

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-¿Qué haces fuera de tu cama?-especuló el pelinegro con fastidio...
...
Por un momento el silencio se hizo presente y el ambiente se tensó de sobremanera. Los que recientemente llegaban no entendían el porqué de tanta tensión entre su capitán y su adorada compañera, pero por nada del mundo se atreverían a preguntar en ese momento, se limitaron a guardar silencio y quedarse inmóviles hasta que alguien se tomara la molestia de romper el silencio.

Petra se sentía cansada, con un ligero dolor de cabeza y su cuerpo adolorido, pero estaba consciente de que su temperatura había bajado y estaba harta de estar todo el día recostada sin hacer nada atormentándose a ella misma con sus indescifrables sentimientos.
Así que al darse cuenta de que sus compañeros habían regresado de su odisea con la mercancía no pudo contener sus ganas de bajar a ayudar y a saludar; después de un día sola con su capitán y varios momentos incómodos y uno que otro agradable entre ellos, se sentía feliz de que ya no estuvieran solos y de que probablemente así ambos tendrían la cabeza ocupada para olvidar los incidentes por los que habían pasado durante el día.

Y ahí estaba, parada apoyándose sobre una de las columnas que formaban la estructura de las escaleras viendo con un poco de temor a su capitán, no sabía que contestar, se bloqueó totalmente. Ella sólo quería ayudar con la cena, convivir con sus compañeros para despejar su mente...

Tras escasos minutos en ausencia de una respuesta, la paciencia de Levi se agotó y volvió a preguntar con un tono más grave y fastidiado.

—Te estoy hablando Petra, ¿qué mierda haces fuera de tu cama?, te dije que te sancionaría, ¿lo recuerdas?-dijo Levi mirándola fijamente con un evidente enojo.

Petra se sentía fatal, pero no apartó su vista de él. Estaba decidida a responder cegada por la desesperación y su malestar.

—He estado todo el día recostada, me he estado atormentando a mí misma cada vez que iba, me revisaba y salía de la habitación. ¡Simplemente quería bajar a ayudar!, ¡A despejarme!, ¡Ya no puedo seguir encerrada comiéndome la cabeza con lo que ha pasado durante el día!, ¡¡No entiendo nada capitán!!, ¡NADA!, no lo entiendo a usted, no me entiendo a mí, ¡no entiendo qué es lo que ha pasado ni porqué!-termino de decir Petra con su respiración agitada el ceño fruncido mirando fijamente a su capitán y una de sus manos tocando su cabeza tratando inútilmente de que el dolor disminuyera.

Todos, incluyendo a Levi, la miraban con asombro y con ambos ojos más abiertos de lo común. Esa respuesta y la forma en la que lo dijo los tenía completamente asombrados; ella siempre tan tranquila y delicada...

Sus tres compañeros la veían con asombro y totalmente confundidos, no entendían nada, más que su compañera había enfermado y estaba delicada, fuera de ahí no habían entendido porque su desesperación y contestación tan atrevida a su capitán, sin mencionar que no habían entendido nada de lo que quiso decir con lo que había pasado en el día. Nadie se había atrevido a responderle con ese tono a Levi, quizás eso era lo que los tenía más sorprendidos, dado que no entendían absolutamente nada de lo que acababa de pasar.

Levi, por su parte, no podía creer que ella fuese la que sacase su confusión y desesperación a la luz, no porque estuvieran acompañados por el resto del escuadrón, para nada, ellos le daban exactamente igual a Levi, pero el hecho de que lo haya dicho con tanta firmeza sin apartar su vista de él, sin importarle lo que pudiera pasar después, lo dejó asombrado.

Y por unos segundos quedaron viéndose mutuamente, ella aún con el ceño fruncido, y él con asombro, siendo incapaz de responderle.

Confusión entre el amor y el respeto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora