Capítulo 24. Compañera Incondicional

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NA: Las ilustraciones que usaré en este capítulo las tomé del perfil de twitter de @Sawararawa. Hace cosas preciosas xd, les recomiendo que la sigan.

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Año -----...

Frialdad

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Frialdad... Ese es el adjetivo con
el que me identifica la mayoría de las personas a quienes no soy cercano. Realmente nunca me esmere por vincular con las personas, no es como si fuera sencillo soportar mi tipo de personalidad, humor, hábitos... Sin embargo, sorprendentemente a lo largo de mi vida, han existido personas con las que he sido capaz de relacionarme, e inclusive forjar una amistad.
Desde que fui un niño, desde que comencé a ser consciente de mi realidad y existencia, me di cuenta de la cruda vida que tendría. Y no fue fácil aceptarlo siendo un niño porque en realidad no siempre todo fue malo y triste, no siempre me sentí solo. Y es más difícil aceptar que has perdido algo, a simplemente saber que nunca lo tendrás.

Todo comenzó con mi madre.

La mujer que me recibió en este mundo; la mujer que me aceptó; la mujer que sacrificó todo, su misma salud y tranquilidad por mí; la mujer que tomó la decisión de dar a luz a una nueva vida por sí misma aún cuanto al hacerlo a cortaba la suya

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La mujer que me recibió en este mundo; la mujer que me aceptó; la mujer que sacrificó todo, su misma salud y tranquilidad por mí; la mujer que tomó la decisión de dar a luz a una nueva vida por sí misma aún cuanto al hacerlo a cortaba la suya...
Y ahora lo entiendo y puedo ver con mejor claridad este panorama, sin embargo siendo un niño recuerdo sus suaves brazos envolviéndome en un cálido abrazo y las tardes en las que la ayudaba con la limpieza, agradables ayeres que aún conservo en mi memoria.

También recuerdo verla llorar, sufrir, y a mí sintiendo una sensación indescriptible al no entender lo que le ocurría y consecuentemente no ser capaz de ayudarla. Recuerdo como con el pasar de los días, ella iba debilitándose hasta llegar al punto de no ser capaz de levantarse de su cama; la recuerdo a ella diciéndome todos los días, tres veces al día, que fuera fuerte y nunca me mostrase vulnerable ante nadie; que si alguien preguntaba por mí nombre, solo dijera Levi, y mi apellido lo guardara para mí mismo con mucho orgullo; que no tuviera miedo de estar solo, si ella llegaba a irse, llegaría alguien más con quien me sentiría acompañado. Pero el miedo a perderla algún día, nunca me abandonó. E irremediablemente ese día llegó, más pronto de lo que yo habría imaginado.

Confusión entre el amor y el respeto. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora