Capítulo 7

798 66 41
                                    

[Jennie]

Al observar el cielo estrellado, me di cuenta que había dedicado toda mi vida a entrenar y a matar.

Quizás fue la educación mas correcta, pero también ha tenido repercusiones. El matar sin escrúpulos, me ha llevado a tenerlo cada vez más complicado, llena de riesgos, de venganzas y sobre todo, me ha convertido en una máquina.

Realmente no me importa lo que le pase a los Wesen que se metan conmigo, o hagan cualquier tontería para dañar, tampoco me importa matar por matar.

No soy capaz de expresarme, ni nunca he tenido a nadie a mi lado, ni tampoco quiero a alguien, ni depender de nadie.

Considero que mi existencia terminará cuando acabe con las Brujas.

Me tumbé en el suelo, en el césped fresco de aquel parque para observar como las personas, cuando se acercaba la noche, tenían prisa de llegar a casa.

¿Será que tienen miedo?

Era una pregunta absurda. La tienen. La noche, la oscuridad, atrae a los demonios y es cuando los humanos se acaban volviendo unos inútiles. El miedo empieza a manar por tu interior y aunque se presente una pequeña adrenalina, el miedo te acaba engullendo.

La oscuridad solo trae oscuridad.

Digamos que mi vida se ve reflejada así, llena de venganza, de odio, de muertes... todo aquello que tenga que ver con la oscuridad.

Me levanté del suelo y me puse de cuclillas al ver como un niño de dos años tiraba de la camiseta de su madre diciéndole "vámonos, mamá, tengo miedo de la noche".

Los humanos seremos y seguiremos teniendo debilidades. Es muy difícil afrontarlas o controlarlas, y más difícil es para los Wesen controlarse.

Son mucho más activos por la noche, igual que los demonios, ¿os acordáis de la mitología? Aquella que cuenta historias como si fueran sacadas de un mundo de fantasía, pero ¿alguna vez os habéis preguntado si eso realmente ha sucedido?

Pues sí, existen, es más, tiempos atrás me encontré con un demonio, ¿qué hice? Lo maté y lo estudié.

Parece estúpido e irreal, pero existen, tal como existen los Wesen.

- ¿Qué hace una chica tan guapa por aquí? – dijo un chico que parecía de mi edad.

- Nada que te interese ­– lo miré sin interés. No tenía ganas de mancharme las manos.

- Buenos, pues si no te importa, me voy a sentar a tu lado – dijo mientras observé bajo la luz de las estrellas sus penetrantes ojos verdes.

- Todo tuyo – miré hacia un lado.

- Soy Demon Scott, un placer – genial, ahora quiere hablar conmigo...

- Jennie – dije sin ganas. No me gustaba esto, pero no quiero matar a otra persona por placer, sino el maldito de Nick aparecerá de nuevo, y si me lo encuentro, a parte de odiarlo, me darán ganas de patearle el trasero.

- Bonito nombre – me sonrió.

Sus dientes, y sus hoyuelos al sonreír me hicieron recordar a una niña que conocí en Italia. Era una chica fuerte, pero igual que yo, había perdido a sus padres y andaba deambulando por la calle.

Un día, la vi cogiendo basura de un contenedor, y lo primero que hice fue comprarle comida y darle ropa.

Supongo que me sentía como ella, sola en la oscuridad.

Una GrimmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora