Capítulo 15

287 31 0
                                    


[Jennie]

Salí del hospital, me dolía la cabeza. ¿Por qué habré nacido? Por dios, va a venir una guerra, viene una maldita guerra solo por mi culpa, por mi existencia.

No puedo permitir que Demon ni nadie más se involucre. Son demonios, y entiendo que mi padre los ha entrenado y mandado a que me vigilen, pero no puedo dejar que luchen en una guerra en la que miles de demonios, wesen o grimms vengan y mueran por mi.

Caminé con lagrimas en los ojos. Claro que estaba sintiendo cosas nuevas, claro que me gustaba, y si, ese beso sí que significó mucho para mi, pero había vuelto a caer, a dejar de mis emociones volvieran e hicieran conmigo lo que quisieran. Por eso las cerré, pero fue imposible. Volvieron, y esta vez más fuerte, por eso me duele el pecho.

Ojalá todo fuera de manera diferente. Ojalá fuera distinto. O que simplemente, desaparezca otra vez, quizás sea tiempo de marcharme, y dejar que la venganza de Ádalin siga ahí.

¿Debería cambiar? ¿Dejar este sitio, y empezar de nuevo? ¿Dejar todo por lo que he luchado hasta conseguir llegar hasta aquí, y abandonarlo? ¿Cómo iba a hacer todo eso?

Corrí hacia el taxi amarillo que había delante del hospital. Entré con agilidad y rapidez.

- Hacia la BlackStreet - le indiqué al Taxista. Era un señor de mediana edad. Por el pelo asomaban ligeras canas.

- Entendido- respondió y se puso en marcha hacia la calle de mi casa.

Si si, ya me direis, ¿todo oscuro? ¿Es que no tenías otro sitio donde meterte Jennie?

Pues no, no encontré ningún apartamento más barato, Portland puede tener sus cosas buenas, pero en cuanto a alquiler, las demás ciudades le pasan alrededor.

Después de varios minutos, sin conversación, llegamos portal, donde encontré a Demon en el suelo, y vi que aún había rastros de sangre...

Pagué al señor y me bajé de coche, cogí el bolso y me lo puse al hombreo.

Me dirigí hacia la puerta del apartamento, subí unas cuantas escaleras primero porque la habitación estaba en el piso 3, número 143.

Iba a abrir la puerta, pero observé que estaba ligeramente abierta. Había alguien o alguien había entrado.

"No jodas"- pensé- "¿quien ha sido ahora? ¿No puedo tener siquiera tranquilidad?"

Lentamente, con la mano cogí el pomo de la puerta, siempre en posición de guardia, una nunca sabe lo que puede pasar, y al abrirla, observé que todo estaba en su sitio.

¿Entonces porqué estoy tan inquieta?

Entré con paso sigiloso, sin hacer el menor ruido posible, era como una misión de agente secreto, me resultaba impresionante como mi mente intentaba ligar algo serio con algo surrealista para hacerme sentir mejor aunque fuera una mentira.

- ¿Hay alguien ahí? - pregunté mientras le asomaba hacia dentro.

No había nadie, la casa estaba despejada, observé cada rincón, todo estaba en su sitio. Esto era extraño. No me gustaba para nada.

Una GrimmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora