Capítulo 9

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[Demon]

Sentí como mis fosas nasales se invadían de un fuerte olor a medicamentos, recuerdo que estaba en el hospital, abrí lentamente mis ojos y observé el techo blanco de aquel sitio. 

Mire hacia un lado y hacia otro para buscarla, no estaba. Un ligero dolor invadió mi cuerpo, quizás los tranquilizantes estaban dejando de hacer efecto.

No me gustaba aquello, sabía que aunque me hayan hecho esto, dentro de pocos días volvería a mi estado normal, así era mi genética.

Pero Jennie era diferente, que haya sido capaz de meterse en mi cabeza significa que estoy en lo cierto, y mi hermano lo sabe.

Tenía suerte de haberla encontrado. Su padre nos lo dijo, que no la dejásemos sola por la oscuridad, pero eso fue imposible al principio.

No nos pudimos acercar a ella. Era demasiado inestable y mataba a cualquiera que se le acercaba, hasta que empezó a madurar.

Aunque le falta todavía muchas cosas por aprender y a controlar, era normal.

Yo más que nadie estuve observándola desde la oscuridad, siempre preparado para ayudarla, pero no me lo permitía, era fuerte.

Hasta que la encontré en el parque, con enfado impresionante. Pude oler cómo mantenía su distancia y las ganas que tenía de matarme si cometía algún error.

Pero poco a poco vi cómo se sentía cómoda conmigo, pero no sé qué hizo aquel chico, Nick creo recordar, para que se enfadara tanto, y cuando nombró a la mujer Ádalin, sus parámetros de sed de sangre aumentaron. Pude observar su sonrisa y las ganas que tenía de matarla.

Pero estoy descubriendo también a una chica muy diferente, es fuerte pero frágil a la vez.

Sentirla llorar mientras cogía mi mano, fue terrible...

Intenté enderezarme en la cama pero mis costillas me lo impedían, el dolor aumentaba y miré que encima del sillón había una chaqueta.

Suspiré de alivio al verla entrar por la puerta, me miró y me sonrió.

- Buenos días - se aproximó hacia mi con dos vasos en la mano y los colocó encima de la mesita del hospital.

- Buenos días - le sonreí mientras un olor a café inundaba mis fosas nasales y el estómago empezó a rugir de hambre.

Ella se rió ante tal acontecimiento, me gustaba su risa, era melodiosa y dulce.

- El doctor me ha dicho que en unos días ya te dará el alta- cogió el vaso y me lo dio.

- Gracias - lo cogí rozando su mano y la vi estremecerse ante mi gesto.

- ¿Te sigue doliendo? - apuntó con el dedo a mis costillas.

- Un poco, pero no te preocupes - sonreí al verme lleno de vendajes - estaré como nuevo dentro de unos días.

- Eso espero - miro hacia abajo- esto es mi culpa, me están buscando y hacen daño a los que están a mi alrededor, por eso prefiero estar sola... - dijo susurrando.

- No es tu culpa, te buscan porque eres especial - le cogí la mano y la entrelacé con la mía.

- Especial en matar y hacer daño - me miró con dureza.

- No es eso Jennie - le dije en un tono suave - ¿sabes qué eres? - le pregunté al ver cómo reaccionaba.

- No - me miró interrogante - ¿acaso tú lo sabes? ¿Sabes qué soy? - me miró dudando y sus manos empezaron a temblar.

Una GrimmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora