Capítulo X: Convivencia - Weekend

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A pesar de que en un inicio a Charles le había parecido aburrido y hasta tedioso pasar los fines de semana en casa de Erik, la verdad era que últimamente comenzaba a disfrutarlos bastante.

Juntos habían improvisado un pequeño espacio donde Charles pudiera trabajar tranquilo mientras Erik se ocupaba del jardín. Y una vez que ambos terminaban sus deberes pedían comida a domicilio y se recostaban a ver un maratón de la guerra de las galaxias o, si estaban de buen humor, documentales sobre antiguas civilizaciones.

La rutina se había ido formando y amoldando de tal forma que Charles no se recordaba a sí mismo haciendo otra cosa los fines de semana que no fuera alistar una pequeña maleta y dirigirse junto a su esposo al pequeño departamento al otro lado de la ciudad.

Charles admiraba el cuidado y el cariño que su esposo mostraba hacia su jardín y en aquellas raras ocasiones en que el oji azul terminaba su trabajo rápido, también solía ayudar al cuidado de éste aunque Erik sólo le encomendaba el regar las plantas mientras él se encargaba de todo lo demás.

El sol estaba bajo y el aire era fresco, quizá por ello no había podido evitar notar la gota de sudor que recorría el cuello de su esposo hasta perderse en algún lugar del ancho pecho. Erik no solía dejar de trabajar hasta que todo estuviese terminado y a Charles no le agradaba estar solo dentro de la casa así que solía quedarse a su lado, recostado en una de las pequeñas sillas mientras su esposo terminaba de arrancar las malas hierbas.

-¿Necesitas un poco de ayuda?- preguntó Charles por quinta vez en menos de diez minutos. Hacía tiempo que había terminado de poner agua en las macetas y no hacer nada mientras el pelirojo trabajaba sin parar le ponía nervioso.

-No, en un momento termino.

Charles no pudo evitar soltar un gran suspiro, quizá más dramático de lo que esperaba, provocando una gran sonrisa en el rostro de su esposo.

Y entonces Charles lo sintió. Sintió ésa especie de chasquido en el pecho que enebra todo el cuerpo y convierte el suelo en arenas movedizas. Ése chasquido que había sentido en 4to grado por el chico rubio con el que compartía la clase de química y ése que había sentido por Moira la primera vez que la vio caminando entre los pasillos.

Erik con sus finos labios, su mirada intensa, su rojiza y descuidada barba y su cabellera despeinada había no sólo roto, sino destrozado, sus estereotipos de hombre perfecto.

-¿Estás bien?- Preguntó Erik, la sonrisa había abandonado su rostro para dar paso a una genuina mueca de preocupación -Tu cara está toda roja.

-Si- Respondió el menor después de tragar saliva-Debió ser... por estar mucho en el sol.

Erik no pareció creerle el cuento pero asintió y se puso en pie, sacudió sus manos y retiró los guantes que solía usar para quitar la maleza.

-¿Vamos adentro?

-Seguro- murmuró Charles con el corazón aún latiendole en los oidos y una sonrisa boba en los labios.

Matrimonio a primera vista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora