Capítulo III: El anillo

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Ya estaba hecho.

Erik guardo su teléfono en el bolsillo y sintió como un peso enorme caía sobre su pecho.

"¡Felicidades, Erik Lehnsherr! Hemos encontrado a la pareja para usted".

A partir de ahora le solicitamos el cumplimiento de una tarea importante que deberá realizar: la búsqueda de los anillos de compromiso y matrimonio. La talla de su futura pareja se encuentra a continuación. Deberá enviar el anillo de compromiso a la dirección adjunta debajo y nosotros nos encargaremos de entregarlo, por el momento nos despedimos.

Por su atención, Gracias.

Las palabras del mensaje se repetían en su cabeza una y otra vez, no podía dejar de sonreír.

-Me voy a casar- susurró.

-¿Dijiste algo, cariño?

Su madre salió del pequeño cuarto que usaban de trastienda, era delgada y su piel era tan pálida como las flores que cargaba en sus brazos.

-Me voy a casar- Repitió sonriente.

-¡Es estupendo!- Su madre se apresuró a abrazarlo y Erik la levanto entre sus brazos.

-¡Me voy a casar!- Aún no podía creérselo, nunca imaginó que encontrarían a alguien para él , y mucho menos se había imaginado que estaría tan emocionado por algo como el matrimonio.

-Es maravilloso mi pequeño- Su madre se apartó ligeramente de él -Pero... ¿Quién es el afortunado?

Si su madre se sorprendió no lo demostró, cuando Erik comenzó a describir la dinámica de aquel peculiar experimento su madre simplemente le observaba muy atenta, a excepción de cuando mencionó que no conocería a su prometido hasta el día de la boda, fue sólo en ese momento en que sus ojos mostraron un fugaz rastro de preocupación. Sabía que no era el proceso ordinario por el cual se llega al matrimonio pero eso no lo hacía menos importate. Una vez que Erik terminó de explicar en lugar de sermonearlo la mujer lo bombardeó con preguntas sobre la boda "¿cuándo compraría el traje?, ¿Cómo serían las invitaciones?, ¿A quiénes invitaría? Y lo más importante ¡¿Quién se encargaría de los arreglos florales?!".

-Me encargaré de eso después- Dijo besando la cabeza de su madre -Ahora tengo que ir a buscar los anillos.

Sacó el teléfono, el email seguía abierto y Erik sonrió una vez más, cerro la pestaña y abrió los mensajes de texto; "Te veo en el centro en una hora".

El teléfono vibró casi de inmediato, la respuesta a su mensaje llegó apenas había enviado el texto.

"Estoy trabajando, Erik ¿No puede esperar?".

Erik reenvío el primer mensaje, no era una solicitud, era una orden.

Era un día hermoso para salir a pasear, el sol brillaba en un cielo claro y despejado y una suave brisa hacía el calor del verano una sensación agradable. Aunque su amigo no parecía muy contento de estar fuera, al acercarse Azazel, era notoria la paternidad en él pues lucía más agotado que nunca y es que para mantener a su primogénito había tenido que doblar turnos para su empresa además Erik estaba seguro de que Emma no se lo ponía sencillo en casa

-Hey- Saludó Erik moviendo la cabeza en un leve gesto de amistad.

-Hey- Respondió su amigo una vez a su lado -¿Qué es tan importante? Creí que te encontraría enmedio de un charco de sangre.

-Necesito tu opinión para comprar algo...

-¿¡En serio?! ¡Me sacaste del trabajo porque quieres ir de shoppig!

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