Matrimonio a primera vista

Capítulo IX: Hogar - Parte 3

—¿De verdad necesitas llevar todos estos libros? Mi espalda no va a soportar cargar esto.

—Estoy seguro de que no le pasará nada a tu espalda ¡Si cargaras las cajas como te he dicho!— dijo Shaw rodando los ojos.

—¡Hey! Dónde están las cajas vacias— Janos caminaba de un lado a otro del salón.

—Deja de hacer el tonto y comienza a subir cajas.

—No me hago el tonto, necesito más cajas.

Quizá la mudanza habría sido más sencilla si Erik no le hubiera pedido ayuda a sus vagos amigos. Y la verdad era que, para las cosas que iba a llevar, no necesitaba de cuatro hombres entrados en sus treintas y ligeramente ebrios pero Charles y él habían decidido hacer un pequeño convivió con sus amigos más cercanos y Erik tenía que hacerlos lucir presentables por eso los estaba agotando.

A Charles no le había  importado que Erik quisiera llevar algunas de sus plantas e incluso le había dejado acondicionar el área que quisiera para ellas. Erik sólo eligió a las que requerían de más atención y las herramientas que necesitaba para su cuidado.

Cuatro cajas de ropa, otra con un par de zapatos, sus herramientas de trabajo, un par de macetas, una caja para sus artículos personales y otra más con sus libros de estudio y otra para sus libros de jardinería.  Era lo único que iba a necesitar en los próximos seis meses, habían acordado ir al departamento de Erik al menos una vez a la semana para cuidar del resto de las plantas así que si Erik olvidaba algo siempre podría volver por ello en una semana.

—¡En guardia!— Grito Janos

El pelinegro salió de la habitación con una armadura hecha completamente de cartón y cinta adhesiva y una espada en mano del mismo material.

—Con que para eso necesitabas más cajas, eh— Dijo Erik y le lanzó un trozo de cinta hecho bola.

—Estoy muy viejo para eso— bufó Shaw frotandose las sienes y se dejó caer en el sillón.

Azazel lanzó la caja que tenía en mano y tomó un cucharon listo para contra atacar.

—Son increibles— murmuró Shaw —No sé porque sigo saliendo con ustedes, pequeños idiotas.

Erik le lanzó una almoada a la cara y la guerra comenzó. Parecían unos niños corriendo por todo el lugar, pretendiendo que un trozo de cartón era la más afilada de las espadas y que un cojín podía ser una granada, la verdad era que hacía años que no se divertían tanto.

Después de dejar todo en orden los 4 hombres se pusieron en camino al que sería el nuevo hogar de su amigo. Azazel y Shaw habían comprado distintos cortes de carne y Janos se había encargado de llenar dos hieleras con cervezas. Erik estacionó la camioneta y fueron recibidos por Charles y el tipo gruñon en la acera.

Erik le dio un pequeño beso en la mejilla a su esposo y presentó a sus amigos una vez más, Charles les saludó atento y Logan levantó una ceja, lo que Erik creyó que seguramente quería decir "hola" en su primitivo lenguaje.

—Hey, grandote. No te quedes ahí y ayudanos a bajar cajas—Dijo Shaw apuntando a Logan.

La tensión era tangible en el ambiente. Shaw no se iba a dejar intimidar por la mirada asesina del pelinegro y tenía a Janos y Azazel flanqueandole a sus espaldas con un par de sonrisas burlonas y seguro que Erik tenía la misma sonrisilla pues Charles le miró con desaprobación antes de soltar una broma sobre el clima y pedirle amablemente a Logan que le ayudará a Erik con sus cosas. Y Logan terminó por aceptarlo aunque no sin protestar constantemente.

—Gracias— Dijo Shaw con una sonrisa triunfante, poniendo una caja en los brazos del disgustado hombre.

Charles los guió hasta el penthouse y en sólo tres viajes terminaron de descargar las cosas. Dos de los amigos de Charles intentaban encender un parrilla y Shaw y los otros se unieron a ellos con un par de cervezas en mano.