Capítulo VI: La boda - Parte 2

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Las últimas semanas habían sido una completa locura. Organizar una boda en apenas tres semanas no era cosa fácil, Charles sentía que se quedaría calvo después de todo el estrés al que había estado sometido, sí, los productores habían ayudado y su prometido también pero aún así no había sido nada sencillo. Los platillos, la música, el lugar de la ceremonia, y sobre todo, los invitados. No podía invitar a todos y tampoco podía obligarlos a asistir, sus padres se reusaron completamente al matrimonio ya que según ellos "ningún extraño tendría la fortuna de los Xavier". Fue un golpe duro, pero Charles había tenido los suficientes tropiezos como para saber manejarlo.

Charles se miró una vez más frente al espejo, arreglo su cabello y jugó con las solapas de su chaqueta. Se sentó a esperar el coche que lo llevaría hasta la iglesia, pensó que su prometido ya debía estar ahí y eso le revolvió el estómago. Moría por que alguno de sus amigos rompiera su promesa y le enviara una foto de su ya no tan futuro esposo. Había decidido que no quería que nadie le entregará, y ahora se arrepentía de ello, pues eso significaba llegar solo al altar.

Respiró hondo y se sirvió un vaso de agua, sus manos temblaban, su dieta, en los pasados días, había consistido en un cincuenta porciento café y el otro cincuenta porciento de migajas del desayuno de su hermana, y es que cómo podría sentarse a comer tranquilamente con un evento de tal magnitud tan cerca.

El tiembre sonó y Charles saltó de inmediato, casi se tropieza al abrir la puerta, el chico del afro asomó sonriente.

-¡Ah! Darwin, pasa.

-Buen día, Profesor- Dijo sonriente el más joven -¡Hoy luce increible!

-Muchas gracias, Darw- Contestó, su mirada se detuvo sobre el menor, quien mantenía sus manos a la espalda.

-Tiene otro regalo.

Charles se preguntó si su futuro esposo era de aquellos que intentaba comprar el afecto, aunque el anillo había sido un detalle precioso. Sonrió y extendió sus manos hacia el joven.

-¡Ah! Tiene que cerrar los ojos.

Charles rio bajo y cerró los ojos, se había hecho buen amigo del chico. Sus manos sintieron peso pero Charles se dio cuenta de qué se trataba mucho antes que el objeto tocara sus palmas, un ramo. Desprendía un aroma delicioso y alegraba la vista al observarlo, aunque Charles no pudo identificar todas las flores en él.

Su prometido parecía ser todo un galán.

-Es hermoso, ¿A qué si?- Dijo el chico.

-Completamente- Contestó el ojiazul embelesado.

-Bien, hay que irnos, no quiere llegar tarde a un evento tan importante.

Charles asintió, tomó su teléfono y la maleta que le pidieron y siguió al chico, Sasha y Ben permanecerían en casa de Raven durante un par de días.

El viaje en limosina le pareció eterno, en su pecho parecía haber una lucha y en su mente parecía haber una laguna, sus recuerdos se mezclaban y sus pensamientos parecían llegar a ningún lugar en particular.

Darwin abrió la puerta del vehículo apenas llegar, el ojiazul bajó y sintió sus piernas volverse demasiado frágiles, tomo aire y se dijo a sí mismo que todo estaría bien, él era un hombre de ciencia y creía firmenente en que ésta cumpliría lo que prometía. O eso pensó hasta que la marcha nupcial comenzó a sonar y sintió el vómito subir por su garganta. Las puertas se abrieron y todo mundo se giró a verlo, sentía que se desmoronaría a mitad de camino. Su mirada repasó la habitación, sólo conocía a la mitad de los presentes, temía mirar al frente pero no pudo evitarlo una vez que estuvo cerca, y frente a frente a aquel completo extraño que estaba por convertirse en parte de su vida.

El hombre en el altar le sonreía y lo hacía enseñando todos los dientes, alto, pelirrojo y de piel tostada por el sol, su barba recortada le daba un aspecto rudo. Un sólo pensamiento llenó la mente del menor: ese hombre no era para nada su tipo.

-Hola, extraño.

-Hola, extraño- Contestó Charles sin dejar de ver al hombre frente a él.

-Erik Lehnsherr, un placer.

-Charles Xavier.

Ambos se dieron la mano y los presentes rieron, incluso Charles no pudo resistirse a sonreír un poco apesar de las dudas que se comenzaron a generar dentro de él.

El padre comenzó su verborrea, citaba las escrituras e intentaba hacer algunas bromas ocasionales sobre la vida marital, Charles sólo repetía lo que le pedían e intercambiaba miradas entre su futuro esposo y sus amigos en la primera fila.

-¿Estás bien?- Susurró Erik, parecía genuinamente consternado.

-Sí- Mintió el menor -Todo bien, todo en orden.

-Es un poco tenebroso, ¿No es cierto?

Erik sonreía, parecía mucho más tranquilo con esa situación de lo que Charles creía que podría estar nunca. Había defendido sus trabajos académicos frente a los jueces más estrictos, estaba acostumbrado a hablar a grandes multitudes y a pesar de todo se encontraba ahí, sin saber que responder a aquel hombre.

-Hey- susurró Erik -Todo va a estar bien.

Sus ojos eran una extraña combinación entre azul y gris, la luz que reflejaban era tranquilizadora aunque algo le decía que podía ser muy peligrosa. Erik extendió su mano hacía él, no estaba seguro de querer tomarla pero sentía que si no se aferraba a algo terminaría desmayado en el suelo. Alargó su mano y sus dedos se entrelazaron, sus manos eran ásperas, Charles se sintió sonrojar apesar de que creyó escuchar que alguien bufaba. Erik no dejaba de observarle con aquella temible sonrisa en su rostro, parecía que podría tragarlo en cualquier momento, le ponía un poco incómodo pero se repetía a sí mismo que debía poner de su parte, el físico no lo era todo, quizá al conocerlo un poco más se daría cuenta del porqué los unieron, debía haber una razón y esperaba que fuese una buena. Erik apretó su mano y Charles se sintió sonrojar. Charles apenas había podido ordenar sus pensamientos cuando notó las tres figuras detrás de su pareja, parecian hombres peligrosos, problemáticos y peligrosos. "Es fácil conocer a una persona por las amistades que mantiene" aquel viejo dicho resonaba en la mente del oji azul ¿Con qué clase de hombre se estaba casando?

De pronto hubo silencio, todas las miradas estaban puestas en él. Una ola de horror recorrió su cuerpo, giró hacia el público, después hacia su prometido y al final hacia el anciano frente a ellos, éste se aclaró la garganta y repitió "Charles Xavier, acepta usted a Erik Lehnsherr como tu legítimo esposo, amarlo y respetarlo, de hoy en adelante, en lo próspero, en lo adverso, en la riqueza, en la pobreza, en la enfermedad y en la salud, hasta que la muerte los separe".

Charles miró a Erik, se imaginó su vida juntos y se preguntó si alguna vez le encontraría atractivo o si tendrían algo más en común aparte de lo que tenían entre las piernas, trago saliva fuertemente, el público comenzaba a impacientarse. Erik cambiaba su peso de una pierna a la otra, y no parecía ser conciente de que ahora apretaba levemente la mano del menor. Confía en la ciencia, se dijo a sí mismo, tomó una gran bocanada de aire y contestó: "Acepto".

Erik aceptó sin pensarlo tanto y eso le hizo sentir culpable.

Hank se acercó con los anillos, le guiño un ojo al entregarselos y regresó a su lugar tras él. Ambos novios se ayudaron a colocarse los anillos, eran preciosos y Charles sintió una calidez en su pecho. Entonces el padre dijo aquella frase a la que tanto había temido, a aquella que no sabía como responder.

-Puede besar al novio, claro... si así lo desea.

Erik le miró expectante y Charles sintió la necesidad de buscar la mirada aprobatoria de su hermana, a pesar de ello no lo hizo.

Erik se inclinó ligeramente hacía él y él no pudo evitar sentir una punzada de ternura por la conducta dudativa del mayor, dio un paso al frente y unió sus labios en un pequeño y fugaz beso. Aplausos y vítores resonaron en la habitación.

Matrimonio a primera vista Donde viven las historias. Descúbrelo ahora