Capítulo X: Convivencia - Débil

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Erik había intentando evitarlo lo más que pudo pero era sólo un simple mortal.

Hacía semanas que no se tocaba y el deseo lo estaba matando, se había controlado porque no estaba en su casa y además su esposo no parecía tan interesado en el sexo cómo lo estaba él. Erik era un simple mortal que convivía con un perfecto ser angelical con nulas necesidades carnales.

Su relación con Charles había mejorado lo suficiente como para acurrucarse juntos ya fuese para dormir o simplemente para ver el televisor, el oji azul olía tan bien y su piel era tan suave que en cada ocasión Erik se obligaba a pensar en las diferentes especies silvestres de rosas para evitar una erección.

"Banksiae,canina, centifolia, damascena, eglanteria, gallica, pimpinellifolia"

Se repetía a sí mismo una y otra vez y hasta ahora le había funcionado... Excepto por ése fatídico y vergonzoso día.

Charles se había disculpado por no poder pasar la tarde juntos pues su amigo y colega Hank le había pedido que cubriera algunas de sus clases ya que tenía que retirarse de urgencia y aunque Erik había preparado una elaborada medrienda no puso impedimentos. Si Sasha y Ben estuvieran ahí les habría llevado a pasear pero era su día en la estética canina y eso significaba que Erik estaba solo.

Se sirvió el vino que había elegido para la ocasión, cumplían tres semanas juntos, y se bebió la copa de un sólo trago, un ligero calor comenzó a recorrer su cuerpo al tiempo que los pensamientos de Erik se dirigían hacía su apuesto esposo. Sin poder controlarlo su mano bajó hasta su entrepiera, un bulto comenzaba a crecer y no tardó en liberarlo. Comenzó a masajerlo en movimientos acendentes, lento pero constante. Aún estaba en el comedor y Erik sabía que estaba muy expuesto pero ya había comenzado tocarse y se sentía tan malditamente bien que no quería parar, aumentó el ritmo. Charles de rodillas frente a él con sus perfectos y rojos labios devorando su miembro, Charles en cuatro rogandole porque entrara, Charles encima de él o debajo o detrás, no importaba, estaba tan caliente y estaba a punto de correrse.

Estaba tan caliente y ensimismado que no escuchó las llaves al ser giradas en la puerta.
Erik abrió los ojos sorprendido, aquel no era el grito que esperaba que Charles hiciera, una sombra difusa y la puerta se cerró de nuevo con un golpe sordo.

—¡Lo siento!— gritó Charles a través de la puerta.

¡¿Porqué sólo le pasaban esas cosas a él?!

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