CAPÍTULO III.- VOLVIENDO A LA VIDA.

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Perdido en mis pensamientos, admiraba tu cuerpo, las ganas de tocarlo invadían mi ser. Tratando de calmar mis demonios, me levanté rápidamente de tu lado y cuando menos imaginé el sol estaba saliendo nuevamente.

—Buenos días Amenadiel. —bostezó.

—Buenos días Kalila. — mientras volteaba a buscarla con mi mirada.

—Noté que no dormiste en toda la noche, tienes que descansar, te necesitamos fuerte. —se levantaba del verde pasto con pesadez.

—No lo creo, los ángeles no dormimos, ni descansamos, nos mantenemos fuertes todo el tiempo. —presumí.

—Que equivocado estas Amenadiel, en este lugar, ya no eres el mismo, no vez que te encuentras dentro de ella. — te señaló — para que me entiendas, te vuelves más humano lamentablemente, tu forma angelical aquí no funcionará, por la misma razón, no deben permanecer aquí tanto tiempo. —demostró preocupación en su rostro.

—Mmm... ¿en dónde estoy? Me duele todo. —tus manos las llevaste a tu cabeza —siento que me explotará. —hiciste una mueca de dolor.

Corrí rápidamente a tu lado —¿Te encuentras bien? Tomé con mis manos tu cuerpo y lo siento en el áspero pasto.

—Me siento fatal. —apretaste tus ojos.

—Está demasiado débil, debe tener hambre y sed. Traeré algo, Amenadiel cuida de ella, regreso pronto. —indicó mientras se retiraba del lugar.

Tomé tu frente con una de mis manos para calmar tu dolor —solo espero que funcioné.me dije a mi mismo.

—Ya ¿cómo te sientes? ¿Se ha calmado tu dolor?

—¡Mucho mejor! —dijiste animada —ya no me duele, gracias por sanar mi dolor. — me miras a los ojos con una sonrisa que ilumina tu rostro.

— Me alegra que te sientas mejor. —sonrío.

—Con que te llamas Amenadiel ¿verdad? —mencionó en tono coqueto.

—Sí, perdóname si no te lo había indicado antes.

—No te preocupes, que hermoso nombre tienes. —comentas con brillo en tus ojos. Tomas un poco de mi pelo en tus manos —es maravilloso. —sonríes. Me recordó, como cuando tus padres te entregaban un juguete nuevo, cuando estabas pequeña.

—Gracias. —exclamé con el corazón a mil por hora.

—Oye Amenadiel ¿En dónde nos encontramos? Es grandioso este lugar. —mientras te levantabas admirando a tu alrededor.

—Este es tu corazón. —afirmé.

— Ohh, ¿mi corazón? No creo que sea tan bello por dentro. — tocaste tu pecho.

—Sí, éste es. Por el momento, nos encontramos a la entrada del territorio del amor, tu corazón se conforma de cuatro partes: amor, anhelos, dolor y odio.

Te quedaste callada, admirando los grandes y verdosos árboles de la colina, las exóticas flores y a lo lejos la laguna del amor, que se veía brillar con los rayos del sol.

—Veo que te encuentras mejor. —se escuchó una voz que se acercaba.

Volteaste enseguida — Ahhh ¿y tú eres? —arqueaste tu ceja curiosa.

—Mi nombre es Kalila, soy la que conforma y controla este sitio, que es tu corazón. Llevo cada sentimiento y deseo en forma de semilla a cada terreno, trasladándolos en este cofre, como mis más preciados tesoros. Llevándolos a cada terreno para que estos se fortalezcan. —señaló las flores, árboles, algunos frutos y todo lo que está alrededor.

—Además, traigo algunos frutos para que te alimentes. Toma come y bebe. —te ofrece una canasta llena de fruta y un cántaro con agua.

—Que amable, gracias Kalila. — sonríes y le recibe las cosas que llevaba con ella.

—¡Que fresca! —declaras mientras corre el agua de tu boca.

Tomas una de las frutas para comerlas y las expresiones de tu cara lo dicen todo, te encantan.

—¿Gustas un poco? —nos ofreces fruta con la boca llena y Kalila accede sentándose a tu lado.

—Sí, gracias. —te agradece Kalila y tu solo le sonríes, comiendo así, ambas.

—¿Quieres un poco? —Con tu mano me ofreces unas de las frutas.

—No, come primero, es preferible que recuperes tus fuerzas para poder avanzar, por el momento yo no tengo hambre. —niego con mis manos.

—Estoy lista. — dijiste entusiasmada a los minutos. — ¿A dónde iremos?

—Partiremos al terreno del amor por ayuda, Amenadiel, es necesario que preparen a Yelina. —comentó Kalila con su mano extendida hacia ti.

—Segura que sabes lo que haces, ¿Kalila?

—Si Amenadiel, tu confía en mí. —Camina al frente dejándome atrás.

Avanzas tras de ella alegre, volteas conmigo y regresas corriendo.

—Vamos Amenadiel. —tomas mi mano divertida y me llevas contigo deprisa, alcanzándonos a Kalila.

—Está bien está bien ya voy. —sonreía.

Te miraba con entusiasmo, no podía creer lo que pasaba en el momento, disfrutabas lo que estaba a tu alrededor. La pena de hace unos meses, ya no se reflejaba en tu rostro, mi humana que había conocido, ¡ha vuelto! la amorosa, alegre y carismática está aquí. La alegría me consumía.

Yelina... "La que brilla como el Sol"

Mi pequeña Yelina, que ya no eres tan pequeña, han pasado diecinueve años desde que te conocí, diecinueve años a tu lado. Ya no eres aquella niña, ahora eres toda una mujer.

Tu piel blanca, que como siempre, me transmitía tu calor. Tu pelo rubio ondulado se unía con el sol al movimiento de tus caderas, estos la alcanzaban. Esos movimientos sensuales me hipnotizaban cada que te miraba. Tus ojos miel, mezclados con un tono esmeralda, tupidas y largas pestañas llegaban a tu ceja que resaltaban como el mismo oro; tu boca rojiza y tan carnosa, esa boca me tenían totalmente loco. Tus hombros tan delgados que llegaban a tu esbelta figura y tus pechos un poco voluminosos. Tu figura, las cubría algunas telas, una prenda blanca cubría tu pecho y estas caían sobre tus hombros dejándolos a simple vista; una falda corte de sirena azul rey, cubrían tus caderas que tocaban el pasto, una abertura decoraba una de tus piernas y unas sandalias plateadas cubrían tus pies.

Ésta humana me tiene perdido. —me digo para mí mismo.

—Hemos llegado. —apunta Kalila hacía una grande puerta de cristal.

—Este es el terreno del amor ¿Kalila?

— Si Yelina. —me muestra el terreno.

—¿Quién anda ahí? Se abren las puertas de cristal.

— Kalila. —gritó un hombre corriendo, dirigiéndose a ella.

—Connot. —abrazó aquel hombre.

—¿Quiénes son ellos Kalila? —Curioso.

—Es una larga historia. —suspiró.

—Bueno pasen, mientras vengan contigo todo bien. —tomó a Kalila del hombro amorosamente.

Yo y Amenadiel nos miramos sonriendo por lo bajo, de aquella incomoda escena, mientras nos adentrábamos a ese extraño, pero maravilloso terreno.

VIAJANDO A TU LADO 🚀 © COMPLETA [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora