KALILA
Sentí tus emociones encontradas —esto no es bueno. —me comenté a mí misma, mientras podía sentir el coraje que me inundaba, desafortunadamente yo era parte de ti, además, de que era difícil controlarme y controlarte a ti también; así que sólo quedaba la opción de hablarte para que supieras que esto era de ambas y ambas lo íbamos a controlar.
—Yelina. te hablaba para que salieras del trance en el que te encontrabas —la ira comienza como una locura y termina con un arrepentimiento profundo, no hagas caso de tal sentimiento, que solo te llevará a un castigo eterno. —le grité con todas mis fuerzas, mientras que, con todo mi ser anhelaba tranquilizarte y darte paz.
—Por favor Yelina deja el pasado atrás. —paré, tomando un poco de aire y con mirada cabizbaja dije —sé que somos productos de éste y somos tales personas gracias a él, pero no por eso... tienes que ser su prisionera —estás últimas palabras las grité con todas mis fuerzas. — mientras unas lágrimas corrían por mis mejillas.
—No seas torpe Kalila, esto apenas comienza. —explicó en tono burlón Hashton bajando una palanca para entrar a otra de las escenas del lado obscuro de tu corazón.
YELINA
La venganza y el deseo de matar recorría mi sangre, lloraba una y otra vez al recordar las caricias del sujeto, sin darme cuenta todo se volvió negro y comenzaba a apreciar otro escenario de mi vida.
El lugar me recordaba mi juventud en la etapa que fui una de las chicas más felices de la institución, las ilusiones volvieron a inundarme creyendo que el chico perfecto existía y que todas las películas de amor pasarían por nuestras vidas, yo era feliz muy feliz.
Me levanté del suelo apreciando el bello lugar y ahí estaba, salía de la secundaria con algunos libros en mano, mi pelo estaba cogido en una cola alta un tanto despeinada, llevaba puesta una falda corta azul marina de pliegues y una blusa escolar blanca manga corta con un botón desabrochado, además, también llevaba mis calcetas blancas y zapatos de charol negro.
Caminaba con una de mis mejores compañeras del colegio, poniéndonos de acuerdo para ir al cine, mi madre me esperaba en la esquina de éste en el automóvil. Así que corrí hacía ella mientras me despedía con la mano de mi amiga y entre en él.
Saludé a mi madre y arrancó el carro preguntando acerca de mi día y yo del suyo, todo era tranquilidad y el día comenzaba para mí con ilusión, ya que la salida al cine era por el segundo aniversario de novios con Steve, el amor existía, eso pensaba o al menos para mí.
Me arreglé saliendo de mi casa con un vestido blanco estampado con flores rojas un tanto flojo de tirantes que llegaba a las rodillas mientras que un cinturón rojo decoraba mi cintura. Mi rubio cabello estaba suelto con pequeños roles en las puntas y una diadema negra lo decoraba. Calzaba unos huarachillos negros con un pequeño tacón que apenas se apreciaba a simple vista y así comencé a caminar a casa de Gris que se encontraba a unas cuantas cuadras de la mía.
Al llegar a su casa pude apreciar como Steve la tenía entre sus brazos, sus ojos se miraban amorosamente mientras sus rostros se acercaban con delicadeza rozando sus labios. Mi corazón volvió a sentir esa puñalada que sentí aquel día, los miré, pero en esta ocasión más cerca que aquel día, los dos se querían demasiado pues sus actos lo demostraban, ya que, al terminarla de besarla la abrazó con fuerza, dándole un pequeño beso en la frente y al mirar hacía a mí todo paró, yo les estaba mirando.
Aquella pequeña sonrisa se borró de sus labios y la rubia que estaba en la acera de enfrente, corrió con todas sus fuerzas por el camino de dónde venía, perdiéndose en él.
Mientras yo observaba a la pareja que se encontraba en shock —Steve. —menciono Gris tomándolo de la mano, mientras él, quería correr detrás de mí —¿qué vas a hacer? —miraba al suelo con tristeza.
—Creo...que es mejor decirle la verdad. —explicó con tono cabizbajo, mientras que gris, lo abrazaba por la espalda. —Ella merece saberlo...ella no merece esto. —agregó mirando a la nada, para luego desprenderse de su lado y avanzar por el camino que la pequeña rubia marchó.
—¿A quién elegirás? —comentó la chica con los ojos cristalizados.
Él paró su caminar, al escuchar las palabras que la joven incitó. Suspiró profundamente y apretó sus manos —aún...no lo sé. —comenzando nuevamente avanzar, perdiéndose en el camino.
Miré a la joven quien miraba el camino por donde se marchó el chico con tristeza, yo solo podía sentir las punzadas en mi interior. Ese dolor se sentía tal como la primera vez, al ver como aquel chico que horas atrás se había marchado en busca de mí, había regresado por ella.
—Gris...ya he elegido. —insinuó con voz nerviosa, pero seguro de su elección.
La chica se levantó de las gradas en la que se encontraba sentada hace un momento adormilada, pero al escucharlo, asombrada y ansiosa por saber la respuesta, se veía la ilusión en sus ojos suspiró a la nada diciendo —Steve...
Él la miró poniéndose firme frente a ella, tomándola de su mano — Gris...me he decidido...por ti. —sonrío emocionado.
Ella se hecho abrazarle como nunca, mientras le besaba con amor y se decían una y otra vez cuanto se querían.
Yo en lo interior ya sabía por quién se había elegido y aun así los celos, el coraje y la traición que me hicieron ambas partes me consumían, ¿cómo eran capaces de hacer tal daño? Aún a costa de la felicidad de la otra persona.
Lloré al recordar las palabras tan frías que me dio aquel día.
*RECUERDO*
—Yelina lo siento, de verdad, lamento haberte hecho perder el tiempo y que te enteraras de tal manera, yo...lo siento, de verdad, pero desde que conocí a Gris mi mundo cambió, lo nuestro solo era costumbre, como si fuéramos solamente dos pequeños jugando a querernos. Pero no...dos jóvenes tratando de amarnos. —explicaba un poco triste ante mí, claro, sintiendo lástima por la rubia Yelina, no porque realmente la amo.
Tomó mis manos dando un ligero beso en ellas y se marchó dejándome ahí sin palabra alguna, solo derramaba algunas lágrimas, al saber que el amor de mi vida se marchaba para ya no regresar y yo, no era lo suficiente para detenerle, había perdido y era justo dejarlo marchar.
El sentimiento me invadía cada vez más al recordar los buenos momentos que viví a su lado, cada momento que le ame y que jurábamos amarnos, el tiempo que nos ofrecimos y que nos dedicábamos.
Esa noche el viento se los llevo en un suspirar, dejando a una pequeña rubia viviendo su primer duelo de amor.
Como era posible que esa escena me haya calado tanto como si fuese la primera vez, a pesar de los cuatro años que habían transcurrido ante aquella separación. Todo indicaba estar en el mismo tiempo y lugar de lo sucedido, sabía en mi interior que no tenía que dejarme llevar por el dolor, pero aun así opte por volverlo a sentir y por volver a sufrir tal soledad.
Somos tan adictos al dolor, que cuando lo vemos pasar nuevamente por nuestra vida, nos gusta aferrarnos tanto a él, que no podemos dejar de ser masoquistas.
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VIAJANDO A TU LADO 🚀 © COMPLETA [EDITANDO]
FantasyEstás en esa etapa abrumadora que contra penas puedes respirar y avanzar lentamente en tu rutina diaria; ya sea por trabajo, escuela, casa, familia, amigos, total toda una sociedad completa que cargar, que solo trae con ella inseguridades. ¿Un futur...