CAPÍTULO V.- LO LLAMAMOS ¿CELOS O AMOR?

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AMENADIEL

Me encontraba al lado de Yelina admirando aquel maravilloso atardecer, pero mis deseos por ella iban aumentando, no pude contener el deseo de tocar su piel, así que, llevé mi mano a su hombro, para después pegar mi cuerpo al de ella. Mis sentimientos fluían con ligeres, sentía como mi alma se entrelazaba con la suya con correspondencia, el sol nos brindaba su calor haciéndonos compañía; pues aumenta con el, la llama del amor, en este día —Yelina cuanto daría por hacerte mía, por tocar tu piel y dejar en ella, todo mi ser.

El sol se escondía y juntó con el, el deseo de hacerte mía; las aves cantaban a nuestro alrededor, haciendo apagar las voces de mi interior, donde pedían a gritos tu piel, mientras la brisa que soplaba me pedía tu ser —Mi amada Yelina, una simple humana que robaba completamente mi alma, con esa mirada que me tiene acorralado entre pasiones y deseos, como podré olvidarte si te llevó conmigo a cada instante. Si el amor es pasajero, quiero tenerte por un momento; aunque cargue conmigo, un corazón sin sentido, pues mi vida ya no la tendrá si tú no estás al lado mío; solo dame una noche llena de amor, para jugar con la luna y en ella dejar está lujuria.

Mis pensamientos se opacaban con la noche, dejando a la vista mis sentimientos.

—Amenadiel, Yelina ¿piensan quedarse ahí? —nos hablaban desde el interior.

Rápidamente te desprendes de mi lado. — Ammm... n-no. — ríes.

—¿Qué sucede Kalila? ¿Pasa algo malo? — arqueó una ceja.

—No, pero pasará mientras no se alimenten; entren ya está la comida lista. —mencionaste con voz divertida.

Me miraste brindándome una gentil sonrisa, mientras caminabas para alcanzar a Kalila, yo te seguía lentamente cuidando de tus pasos, tu pelo se movía con delicadeza dejando en el ambiente tu aroma.

El salón lujoso nos esperaba, este contaba con unos candiles grandes con perlas y cristales, que brillaban con la luz que proporcionaban, las enormes paredes blancas con detalles dorados brillantes que las adornaban y en el centro del lugar se encontraba un extravagante comedor lleno de comida, frutas y uno que otro postre.

En él nos esperaba Connot junto a dos jovencillas y tres hombres casi de su tamaño más uno era más alto que los otros dos muchachos.

La primera jovencilla tenía su piel morena con largo negro pelo rizado, que llegaban a su sensual cintura, sus ojos cafés me penetraban, mientras su carnosa boca rojiza me incitaba a besarlos. Su cuerpo lo cubría un vestido azul cielo, dejando al descubierto sus hombros y espalda, que de ella caían algunas telas que tocaban el suelo, y unas zapatillas plateadas calzaba.

La otra joven que estaba a su lado, era morena clara de pelo chino café, que llegaba a sus hombros, sus ojos eran grandes grises con largas pestañas y de boca chica con un poco de color rosa. Su cuerpo estaba cubierto por una falda y crop top amarillos, que dejaba a la vista sus pechos.

Mientras mi vista contemplaba a las jóvenes, unos pasos sonaban desde lo fondo del pasillo, pero ¿quién es? Miré hacía aquella silueta pequeña que venía; era otra joven de piel clara, pelo largo moldeado rojizo, unos ojos grandes verdes de largas pestañas que me hipnotizaba, su boca roja que resaltaban su rostro me inducía y un tono rosa daban color a sus mejillas, su hermosa silueta la cubría un vestido rojo demasiado pegado, dejando caer algunas telas de su cintura arrastrándose por los suelos y unas zapatillas tornasol llevaba. Mientras su caminado era galante y atrayente, su mirada se enfocaba hacía mí.

—Hermana pensé que no bajarías a cenar. —dijo Connot mientras la mujer lo ignoraba. Tomó una copa de vino y se retiró del lugar.

Pero ¿quién será esa mujer tan callada? Me preguntaba mientras la tensión del lugar aumentaba, una mirada me penetraba, enfoque mi mirada en aquella persona y era Yelina, quien me miraba con resentimiento al quedarme viendo aquella mujer, su rostro lo decía todo, estaba celosa y ella no lo podría esconder.

YELINA

Entramos en aquel lujoso salón, en donde tres hombres apuestos me miraban mientras caminaba al lado de Kalila.

Uno de los jóvenes era más alto que los otros dos que se encontraban a su lado, tenía piel blanca, con gran pelo moldeado rojizo que llegan a sus hombros y un pequeño listón tinto lo sujetaba. Sus ojos grandes azules como el cielo que mostraban un esplendor único al mirarme y su boca rosa como las rosas del jardín de aquel castillo, que deslumbraban una bella sonrisa. Aquel fuerte cuerpo, era cubierto por una camiseta tinta como el vino y un pantalón blanco con botas negras que lo acompañaban, en su cintura cargaba una espada, mientras sus manos cruzadas le daban un porte demasiado varonil.

Los otros dos hombres era idénticos como hermanos gemelos, ambos tenían pieles morenas con corto pelo rizado café claro, con ojos miel y un tono rosa llevaban en sus labios; mientras su cuerpo los cubría una camiseta azul rey y un pantalón blanco con botas negras.

Miré al lado de ellos y se encontraban otras dos jóvenes, que miraban a Amenadiel con deseo; mis celos empezaron a surgir como dos volcanes a punto de estallar. Tenía poco tiempo de conocer a Amenadiel, pero yo, sentía que lo conocía desde bastante tiempo atrás, por lo tanto, me pertenecía —seguramente de pequeña. —me preguntaba mientras lo veía.

De repente unos pasos se acercaban y era esa chica pelirroja que caminaba con sensualidad en su cadera, su mirada estaba directamente a Amenadiel mientras sus movimientos lo seducían, mis puños se empezaron a cerrar guardando en ellos todos mis celos hacía ella, pero ¿qué se cree? Me preguntaba cuando menos lo imaginé, así como llegó al comedor se retiró dejando en el ambiente su odioso aroma, miré Amenadiel quién seguía hipnotizado por aquella mujer, quería transmitirle con mi mirada todo lo que sentía, pero él seguía mirándola hasta que se perdió en el pasillo.

Enfoqué toda mi furia en mi mirada y cuando menos lo esperé, la suya ya estaba concentrada en la mía, dejándome como una tonta delante de él.

—Bueno, es momento de cenar, siéntense por favor. — nos indicó Connot señalando nuestros lugares.

—Gracias. —contestamos todos.

—Hermano dime ¿cuáles son los nombres de tus invitados? ¿No nos vas a presentar? — Aclaró aquel joven alto, con una sonrisa en su rostro.

—Claro hermano, discúlpenme, pero el hambre no me dejaba concentrarme. — río rascándose su cabeza — Bueno él es Amenadiel y ella Yelina. Yelina, Amenadiel él es mi hermano Aitor, quien es el segundo de la familia, considerándome yo, el primogénito de ésta, los otros dos son Grandier y Neil mis hermanos pequeños. Ella es Gianna la sucesora de Aitor. — señalaba a la mujer de piel morena que vestía un vestido azul cielo — Y ella es Keyla la sucesora de Gianna. — la joven morena clara que vestía un color amarillo — ahhh y mi hermana Amelie que es la más pequeña de todos, la más mal educada, por cierto. Bueno y ya conocen a Kalila que no hace falta que se las presente. — tomó la mano de Kalila, quien le sonreía con ternura.

—Con que te llamas Yelina, pero hermoso nombre, digno de toda una diosa. — sonreía.

—Gracias, es usted muy amable señor Aitor. — le respondí un tanto nerviosa.

—¿Hermoso? Hermoso ese chico llamado Amenadiel. — susurraban las chicas mientras reían y le coqueteaban a él.

—No Yelina, no soy señor llámame, Aitor, para que tanta cortesía. — río.

—Dime Yelina ¿cómo te sientes? —Preguntó Kalila curiosa y un tanto divertida.

—B-bien Kalila. —contesté con una sonrisa en los labios.

El lugar se queda en completo silencio mientras todos comíamos.

VIAJANDO A TU LADO 🚀 © COMPLETA [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora