CAPÍTULO I.- UN VIAJE HACÍA UN MUNDO DESCONOCIDO.🌍

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AMENADIEL.

Te encuentras en medio de un gran círculo que nos rodea a ambos, hay miles de colores que se dispersan a vuestro alrededor y ahí estás, con ese rostro angelical que anhelo ver brillando con tu inseguridad.

—No te preocupes, todo estará bien. — te digo mientras tomo tu mano y la sujeto con fuerza.

Una gran fuerza nos expulsa hacia afuera.

—¿Dónde nos encontramos? —exclamas con voz temerosa y débil, me miras con ojos desconcertados tirada en el suelo tocando unas de tus heridas de brazos y pies.

—Mira a tu alrededor. —te digo mientras me voy acercando hacía a ti, para curar tus heridas. —Este mundo estuvo siempre en tu corazón junto a tus anhelos, escondido entre tus temores y rencores, todo ser humano lo tiene, pero no se dan cuenta que cuentan con ello, yo te enseñaré a viajar en ti misma. —termino de tocar tus heridas que poco a poco van cerrándose, miró a tus ojos y tú ya tenías fijamente tus ojos sobre los míos; siento tu calor invadir todo mi cuerpo y el olor de tu pelo se disuelve más en todo el lugar.

—Tengo mucho sueño. —me decías mientras cerrabas los ojos con cansancio.

Yo un ser más alto que tú, de piel blanca como la nieve que no tiene calor que darte, mi pelo rubio y lacio que me llega hasta el muslo, rostro pálido con un poco de rosa en mis mejillas, con un par de hoyuelos que las acompañan, mis ojos grandes formados por el mismo zafiro, con una gran profundidad en mi mirada, mis pestañas son tan largas que se pueden perder entre mi perfecta, formada y arqueada ceja, mi boca rosa como las rosas que aquella noche te ofreció aquél chico.

Mi cuerpo lo conforman mis fuertes brazos, con un abdomen marcado junto con mis piernas llenas de fortaleza; este lo cubre una tela blanca sedosa, que llega hasta mis pantorrillas; este mismo vestido tiene un escote a la vista de mi pecho y un cinturón de coraza; decora mi cintura en la cual cargo mis armas, suelo estar descalzo y mando salir mis alas cuando las necesito.

Te conocí desde que naciste, esa sonrisa me cautivo al primer instante, eras hermosa y llevabas contigo un perfecto corazón para dar amor, pero sobre todo bondadoso; te cuidaba día y noche, y sin darme cuenta yo comenzaba a depender de ti.

Llegué al punto de querer romper las reglas para que tus ojos humanos me miraran, hoy llegó el día y ya no esperé más como un cobarde anhelando tenerte, ¿qué clase de ángel guardián soy? ¿uno que se enamora de su humana? ¡Dios! ¿en qué estaba pensando? ¿que un corazón humano llegará a amarme? Pero que tonto soy, como pude exponerte así, te he amado tanto que solo pensé en mí y no en ti; graves consecuencias vienen con esta decisión tan absurda que he tomado.

—Tengo que salvarnos o si no, ambos terminaremos en el infierno. ¡Oh! tengo tanto miedo a fallar en esto, tenemos que enfrentarnos a ti misma, llegar a tu corazón y hacerte superar cada odio y malos deseos que habitan en ti, pero sobre todo en ese dolor que ha traído la muerte de tu padre, que ironías de la vida tengo que protegerte de ti misma ¡pero tengo que lograrlo! —digo con voz firme, con puños apretados y mirando hacia la nada.

—¡OYE! Te estaba buscando. —se agacha a sostener sus manos con sus rodillas con voz exhausta de tanto correr.

—Perdóname quería que descansarás de tu cuerpo, la gran gravedad que atravesamos es demasiado fuerte para ti. Ven. —tomé tu mano para llevarte al lugar donde te dejé descansando.

— Tengo miedo de este lugar y más de quedarme sola. —te quedaste en silencio y agachabas tu mirada lentamente. —Quédate conmigo por favor. —suplicabas mientras tomabas fuertemente mi mano y la jalabas hacía ti.

—Prometiste que no te irías que te quedarías junto a mí. —con tono molesto y mandón.

Mi corazón latía fuertemente al escucharte decir aquellas palabras, querías que permaneciera junto a ti, si supieras que ya lo he hecho toda tu vida y cuanto he perdido por ti, entenderías cuanto te amo.

—Tonta, como se te ocurre correr en estas condiciones estas demasiado débil niña; camina camina. —lo decía con voz mandona. —Vamos a que descanses.

Caminé al frente de ti para llevarte al lugar de descanso, cuando a mis espaldas escuché un golpe que me sobresalto.

—Pero... ¿QUÉ PASÓ? —Volteé, te miré tirada en el suelo completamente desvanecida, sin fuerzas e indefensa; te tomé entre mis brazos y te llevé al lugar más seguro de ti misma, en mis brazos eras como una pluma tan frágil. En ese momento se me vino a mi mente, la imagen cuando me acercaba a tu madre a los hombros y ahí estabas dormida entre sus brazos inocentemente.

Te acosté e hice una fogata en la oscura noche, me senté a tu lado y admiraba unas partes de las grandes maravillas y secretos de tu corazón.

Nos encontrábamos bajo un árbol en una pequeña colina, que se miraba a una corta distancia, una gran cascada de los buenos deseos, está misma conformaba una gran laguna, la laguna de amor. El cielo obscuro representaba tu soledad, angustias y penas, la gran luna cuarto creciente representaba tus esperanzas. Las pequeñas pero brillosas estrellas tus anhelos. Pero aun así eras bella por dentro y me enamoraba más de ti.

Te miraba y este sentimiento me llenaba por completo de alegría. Por fin me has visto. Ya me miras a los ojos, te puedo tocar y tú ya me puedes sentir, esta alegría me consumía a cada momento.

Caminé un poco mientras dormías tratando de localizar las cuatro partes que conforman a tu corazón: el amor, dolor, odio y deseos, en ese momento nos encontramos en la división del amor y los deseos, mañana partiríamos al odio y dolor para que puedas enfrentar esa tragedia que ha invadido todo tu ser, para que liberes tu alma de ser prisionera, pues si llegas a estarlo, ya nunca más podré estar a tu lado.

Regresé cuando el sol despertaba unos cuantos rayos de luz, éste representaba tu esencia tan brillosa como siempre, entregándote a los demás, caminé entre los grandes árboles de hechos ocurridos de amores y desamores, y en cada rama los frutos obtenidos se formaban por las buenas y malas experiencias, tanto aprendidas, como olvidadas.

Llegué al lugar en el que te encontrabas y seguías durmiendo, me senté a tu lado nuevamente, acaricié tu pelo y rostro. Un ser tan maravilloso como tú, como puede guardar tanto odio y rencor en su corazón. —Lo dije, mientras seguía acariciando tu piel lentamente.

VIAJANDO A TU LADO 🚀 © COMPLETA [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora